"Remembranzas Fantasmagóricas" (Parte II)
Había pasado ya un buen rato desde que el sonido característico de las doce campanadas, (que marcan el inicio de la madrugada), dejara en silencio al reloj de péndulo que también era parte del mobiliario montado dentro de la sala del museo que albergaba aquella exposición.
En cuanto la oscuridad se apoderó de los pasillos de esa edificación antigua; Doña Águeda Alcaraz, ajena a esa realidad, y totalmente inmersa en la forma como ella percibía las cosas desde ese “otro plano no físico”, decidió simplemente entrar a lo que para ella seguía siendo “su sala”, para así tomar asiento en uno de los sillones que conformaban el living.
No quería parecer ansiosa, pero para una dama de su alcurnia, la sola idea de pensar en algo como “la impuntualidad” le causaba una desagradable sensación de imprudencia y descortesía; así que para aminorar la espera, decidió disfrazar su impaciencia bebiendo pequeños sorbos del té verde contenido dentro de una taza que era parte de un finísimo juego de porcelana heredado por su familia.
En cuanto la oscuridad se apoderó de los pasillos de esa edificación antigua; Doña Águeda Alcaraz, ajena a esa realidad, y totalmente inmersa en la forma como ella percibía las cosas desde ese “otro plano no físico”, decidió simplemente entrar a lo que para ella seguía siendo “su sala”, para así tomar asiento en uno de los sillones que conformaban el living.
No quería parecer ansiosa, pero para una dama de su alcurnia, la sola idea de pensar en algo como “la impuntualidad” le causaba una desagradable sensación de imprudencia y descortesía; así que para aminorar la espera, decidió disfrazar su impaciencia bebiendo pequeños sorbos del té verde contenido dentro de una taza que era parte de un finísimo juego de porcelana heredado por su familia.
La madrugada transcurría pronto, pero Doña Águeda tenía la certeza también de que su “selecto grupo de amigas” haría acto de presencia de un momento a otro y no se equivocó.
La primera en aparecer fue Eustolia Basabilvazo, quien portaba un vestido de terciopelo con adornos sobrios y discretos -que además de evidenciar que era una mujer casada- el diseño de manga larga, cumplía al pie de la letra con las reglas del decoro que indicaban que ninguna mujer que se preciara de ser “decente” podía mostrar los brazos antes de las 6 de la tarde.
Tras ella, y no menos elegantes aparecieron otras 2 mujeres: Verena y Lorenza, cuyos vestidos eran prueba palpable de lo que La Máquina de Coser -ese gran invento del Siglo XIX- había logrado transformar el vestuario que formaba parte de “la aristocracia”.
Para ese grupo de amigas quienes crecieron con la idea de que el conjunto de vestidos que conformaban el guardarropa de una dama de “su clase”, debía ser como siempre heredado a través de testamentos; la fabricación masiva de prendas significó la posibilidad de decirle adios a una absurda –pero bien arraigada creencia- en la que en pleno albor de un nuevo siglo, todavía se creía que el agua era dañina y poco saludable para cualquier persona; incluso hasta se rumoraba que en las mujeres era causante de infertilidad.
Para ese grupo de amigas quienes crecieron con la idea de que el conjunto de vestidos que conformaban el guardarropa de una dama de “su clase”, debía ser como siempre heredado a través de testamentos; la fabricación masiva de prendas significó la posibilidad de decirle adios a una absurda –pero bien arraigada creencia- en la que en pleno albor de un nuevo siglo, todavía se creía que el agua era dañina y poco saludable para cualquier persona; incluso hasta se rumoraba que en las mujeres era causante de infertilidad.
Debido a esas creencias, cada una de ellas se había visto en la penosa necesidad de utilizar cada una de sus prendas y vestidos hasta que estos quedaran inservibles; pues la consigna era lavarlos poco para no maltratar los materiales y así alargar su vida útil.
Sin embargo, la revolución industrial permitió que las mujeres realizaran el vestuario familiar y las más diestras dedicaron su tiempo libre para elaborar atuendos para la venta; sino que ese avance propició también el nacimiento de casas de moda como “París”, “Cairén”, “Le House Off”, “Carmen”, “La Gran Cedería”, y también de una casa de novias en México: “Las Palomas”. Lugares de los que surgieron atuendos avalados por el gran prestigio que alcanzó la hechura de sus diseños.
Sin embargo, la revolución industrial permitió que las mujeres realizaran el vestuario familiar y las más diestras dedicaron su tiempo libre para elaborar atuendos para la venta; sino que ese avance propició también el nacimiento de casas de moda como “París”, “Cairén”, “Le House Off”, “Carmen”, “La Gran Cedería”, y también de una casa de novias en México: “Las Palomas”. Lugares de los que surgieron atuendos avalados por el gran prestigio que alcanzó la hechura de sus diseños.
Sobre eso comentaban, estando ya todas reunidas en la sala, y a pesar de que todas bebían al unísono del mismo té verde que su anfitriona les ofreció al llegar; aquella madrugada en el museo; además de contarse los chismes que envolvían a la sociedad de su tiempo; tenían otro propósito más concreto: Ayudar a Doña Águeda con los preparativos de la boda de Margarita, la tercera de sus 6 hijas.
Tras los comentarios frívolos acerca de quien sería digno de ser o no invitado a tan importante acontecimiento, surgió por primera vez uno de los puntos más importantes que le daban sentido a esa reunión: “El Ajuar de La Novia”.
Eustolia: -“Pues Lorenza y yo pensamos que lo más conveniente para tu hija sería que se inclinara por un vestido de “alta costura”- (dijo con gran seguridad y aplomo).
Lorenza: -“Es verdad, aquí en México se pueden conseguir sin ninguna dificultad vestidos de marca traídos de París, España o Estados Unidos”- (acotó para mostrar su apoyo al primer comentario).
Verena: -… “Mhhh… No, no, no… Podrán decir lo que quieran, que gracias a las rutas del Camino Real nos han llegado cosas que antes ni en sueños hubiéramos imaginado: telas, hilos, ornamentos, etc, etc, pero lo ideal sería que el ajuar que Margarita piensa portar para tan especial ocasión fuera herencia de su familia”.
Eustolia: -“¡Déjate de locas pasiones Verena!, eso fue en nuestro tiempo, y nosotras no tuvimos ninguna otra opción; sin embargo “lo último de la moda” es contratar los servicios de un costurero, y que mejor ocasión y pretexto que el de una boda, para poder hacerlo”.-
Doña Águeda: -“Yo estoy totalmente de acuerdo contigo Verena, a mi la verdad me hubiese gustado más que mi hija llevara el día de su boda el vestido que usó mi madre y que a su vez ella me heredó a mi.. Pero mi consuegra, quien es una “mujer de mundo”, piensa que lo mejor sería contratar los servicios de “Charles Frederick Worth” para darle tal encomienda”….
Eustolia: -“¿El de la casa de modas de Londres: “Le Meson Worth”?- (preguntó impresionada y con cierto aire de envidia).
Doña Águeda: -“Sí, ese mismo, al parecer es muy amigo de ella, y gracias a eso mi hija tendrá la posibilidad de lucir un diseño exclusivo”…-
Eustolia: -… “Lo cual es muy bueno, dado que se trata de una señorita decente de buena familia, cuyo prestigio hay que mantener…- (agregó Eustolia con cierto aire de ironía reflejado en el brillo de sus ojos y que intentó disimular tras de la taza de té a la cual daba su último sorbo).
Lorenza: -“Bueno, todo eso que dicen es muy cierto, pero no se olviden que precisamente porque se trata de una dama de alcurnia, Margarita debe tener como todas nosotras un vestido de día, uno de tarde y uno más de gala”…
Doña Águeda: -“Si hemos pensado en eso Lorenza, pero creo que sería excesivo encargarle eso también al costurero, y precisamente previendo eso, durante estos últimos dos meses, entre mis hijas mayores y yo hemos estado trabajando arduamente en el bordado de algunos atuendos que Margarita pueda usar en la intimidad de su casa, cuando ya sea una mujer casada... Ustedes saben: un camisón para dormir y una bata para tomar el té”…-
Eustolia: -“No quiero parecer exagerada, pero espero que estés tomando en cuenta que la ropa interior de tu hija debe ser de color blanco… Digo, para que no se preste a malinterpretaciones… El color de esas prendas deben ser el reflejo de la pureza física y espiritual de tu hija”…-
Verena: “Y así lo será Eustolia; la dulce Margarita pertenece a una familia de alcurnia, y por lo mismo merece tener varios juegos de prendas de ese tipo para cambiarlos seguido”…
Tan abstraidas se encontraban todas esas mujeres hablando sobre las características que debía reunir el vestido de novia "perfecto", que por completo se olvidaron de que sentada bajo el mismo techo de esa sala se encontraba también Margarita, la futura desposada.
Durante todo ese tiempo permaneció junto a ellas sin decir una sola palabra, escuchando comentarios tan triviales y superfluos relacionados con la idea de si la medida promedio para la cintura de una mujer soltera era menor a los sesenta centimetros; mientras que para las casadas era de ochenta… medidas mucho más pequeñas que las mujeres delgadas de nuestros días.
A Margarita eso no le importaba, ella se hallaba totalmente ensimismada en el bordado que tenía entre las manos, y para ella el tener un vestido de Charles Frederick Worth (que en la actualidad sería algo comparable a tener en casa una prenda de “Armani"), resultaba totalmente irrelevante… Al igual que el hecho de que fuera su propia madre -secundada por otras mujeres- quienes a la hora del té tuvieran la osadía de decidir lo que únicamente a ella -se supone- le correspondía elegir…
Era tanta la minuciosidad que imprimía a su tarea, que si no alzaba su cabeza, apartando así la vista del aro de madera con el bordado, difícilmente alguien hubiese podido ser capaz de admirar la belleza y al mismo tiempo la nostalgia impregnada en la transparencia de sus ojos…
Margarita, como toda buena hija de familia, estaba más que resignada a que su deber como tal, era simplemente que otros decidieran su destino, pero su inalterable mutismo ponía en evidencia que algo le dolía por dentro…
Si alguien hubiera echado un vistazo al interior de la sala a esa hora, así sin conocer la historia de esa joven dama, hubiera podido ser capaz de percibir todo eso al encontrarse con su mirada que se quedo clavada en algún punto indeterminado del infinito…
Las primeras luces de un nuevo día comenzaron a hacerse visibles en el cielo, para marcar así el final del espacio de tiempo permitido a los fantasmas en el mundo de “los vivos”… La imagen de todas aquellas damas de “Alcurnia”, al igual que la silueta de Margarita -sentada frente a la ventana- comenzaron a difuminarse poco a poco tal y como si fuesen acuarelas que se borran al verter un vaso de agua sobre el lienzo, y para conocer el motivo que propiciaba esa tristeza, había que esperar a que nuevamente todo un día transcurriera y al volver a ser de madrugada, el tiempo de los fantasmas, llegara otra vez…
Tras los comentarios frívolos acerca de quien sería digno de ser o no invitado a tan importante acontecimiento, surgió por primera vez uno de los puntos más importantes que le daban sentido a esa reunión: “El Ajuar de La Novia”.
Eustolia: -“Pues Lorenza y yo pensamos que lo más conveniente para tu hija sería que se inclinara por un vestido de “alta costura”- (dijo con gran seguridad y aplomo).
Lorenza: -“Es verdad, aquí en México se pueden conseguir sin ninguna dificultad vestidos de marca traídos de París, España o Estados Unidos”- (acotó para mostrar su apoyo al primer comentario).
Verena: -… “Mhhh… No, no, no… Podrán decir lo que quieran, que gracias a las rutas del Camino Real nos han llegado cosas que antes ni en sueños hubiéramos imaginado: telas, hilos, ornamentos, etc, etc, pero lo ideal sería que el ajuar que Margarita piensa portar para tan especial ocasión fuera herencia de su familia”.
Eustolia: -“¡Déjate de locas pasiones Verena!, eso fue en nuestro tiempo, y nosotras no tuvimos ninguna otra opción; sin embargo “lo último de la moda” es contratar los servicios de un costurero, y que mejor ocasión y pretexto que el de una boda, para poder hacerlo”.-
Doña Águeda: -“Yo estoy totalmente de acuerdo contigo Verena, a mi la verdad me hubiese gustado más que mi hija llevara el día de su boda el vestido que usó mi madre y que a su vez ella me heredó a mi.. Pero mi consuegra, quien es una “mujer de mundo”, piensa que lo mejor sería contratar los servicios de “Charles Frederick Worth” para darle tal encomienda”….
Eustolia: -“¿El de la casa de modas de Londres: “Le Meson Worth”?- (preguntó impresionada y con cierto aire de envidia).
Doña Águeda: -“Sí, ese mismo, al parecer es muy amigo de ella, y gracias a eso mi hija tendrá la posibilidad de lucir un diseño exclusivo”…-
Eustolia: -… “Lo cual es muy bueno, dado que se trata de una señorita decente de buena familia, cuyo prestigio hay que mantener…- (agregó Eustolia con cierto aire de ironía reflejado en el brillo de sus ojos y que intentó disimular tras de la taza de té a la cual daba su último sorbo).
Lorenza: -“Bueno, todo eso que dicen es muy cierto, pero no se olviden que precisamente porque se trata de una dama de alcurnia, Margarita debe tener como todas nosotras un vestido de día, uno de tarde y uno más de gala”…
Doña Águeda: -“Si hemos pensado en eso Lorenza, pero creo que sería excesivo encargarle eso también al costurero, y precisamente previendo eso, durante estos últimos dos meses, entre mis hijas mayores y yo hemos estado trabajando arduamente en el bordado de algunos atuendos que Margarita pueda usar en la intimidad de su casa, cuando ya sea una mujer casada... Ustedes saben: un camisón para dormir y una bata para tomar el té”…-
Eustolia: -“No quiero parecer exagerada, pero espero que estés tomando en cuenta que la ropa interior de tu hija debe ser de color blanco… Digo, para que no se preste a malinterpretaciones… El color de esas prendas deben ser el reflejo de la pureza física y espiritual de tu hija”…-
Verena: “Y así lo será Eustolia; la dulce Margarita pertenece a una familia de alcurnia, y por lo mismo merece tener varios juegos de prendas de ese tipo para cambiarlos seguido”…
Tan abstraidas se encontraban todas esas mujeres hablando sobre las características que debía reunir el vestido de novia "perfecto", que por completo se olvidaron de que sentada bajo el mismo techo de esa sala se encontraba también Margarita, la futura desposada.
Durante todo ese tiempo permaneció junto a ellas sin decir una sola palabra, escuchando comentarios tan triviales y superfluos relacionados con la idea de si la medida promedio para la cintura de una mujer soltera era menor a los sesenta centimetros; mientras que para las casadas era de ochenta… medidas mucho más pequeñas que las mujeres delgadas de nuestros días.
A Margarita eso no le importaba, ella se hallaba totalmente ensimismada en el bordado que tenía entre las manos, y para ella el tener un vestido de Charles Frederick Worth (que en la actualidad sería algo comparable a tener en casa una prenda de “Armani"), resultaba totalmente irrelevante… Al igual que el hecho de que fuera su propia madre -secundada por otras mujeres- quienes a la hora del té tuvieran la osadía de decidir lo que únicamente a ella -se supone- le correspondía elegir…
Era tanta la minuciosidad que imprimía a su tarea, que si no alzaba su cabeza, apartando así la vista del aro de madera con el bordado, difícilmente alguien hubiese podido ser capaz de admirar la belleza y al mismo tiempo la nostalgia impregnada en la transparencia de sus ojos…
Margarita, como toda buena hija de familia, estaba más que resignada a que su deber como tal, era simplemente que otros decidieran su destino, pero su inalterable mutismo ponía en evidencia que algo le dolía por dentro…
Si alguien hubiera echado un vistazo al interior de la sala a esa hora, así sin conocer la historia de esa joven dama, hubiera podido ser capaz de percibir todo eso al encontrarse con su mirada que se quedo clavada en algún punto indeterminado del infinito…
Las primeras luces de un nuevo día comenzaron a hacerse visibles en el cielo, para marcar así el final del espacio de tiempo permitido a los fantasmas en el mundo de “los vivos”… La imagen de todas aquellas damas de “Alcurnia”, al igual que la silueta de Margarita -sentada frente a la ventana- comenzaron a difuminarse poco a poco tal y como si fuesen acuarelas que se borran al verter un vaso de agua sobre el lienzo, y para conocer el motivo que propiciaba esa tristeza, había que esperar a que nuevamente todo un día transcurriera y al volver a ser de madrugada, el tiempo de los fantasmas, llegara otra vez…
Continuará...
Comentarios
Pregunto: digo...digo...o sea...o sea...¿Eustolia tiene algo que ver conmigo?, ¿en el pasado fue parte de mi familia? ¿Cómo es eso de?...¡déjate de locas pasiones Verena! Ah jijo! ¿Eso no lo digo yo? Jajajajaja, además con acento Mexicano , yo te explico Eustolia, para que quede con más propiedad y suene más fuerte es así...¡dejáte de locas pasiones!!! –con tilde en la A-, no te digo que estos fantasmas y yo somos cada vez más compas.
Hablando otra vez en serio y con formalidad –eso que dice mi mamá que no tengo, aunque no es tan así-, me gusta eso de que al llegar las 12:00 de la noche todo cambie de realidad, aunque de real estos fantasmas no tienen nada, ¿o tal vez si?, todo esto es y será un misterio. Lo que si es real es tu historia, es la costumbre de esa época, las mujeres de la alta sociedad no hacían otra cosa que vivir de las apariencias, el que dirán, y si alguna se rebelaba o hacía algo distinto zas! ya era una revolucionaria o pecadora, y vaya a saber que otros calificativos buscaban cuando hablaban de una mujer distinta.
Tengo en la cabezas mil ideas para tus protagonistas, y también unas cuantas interrogantes: ¿Margarita se quedará así, o sacará un carácter que sorprenda?, ¿aparecerán más personajes?, me encantaría que llegara un fantasma de otra época, ¿te imaginas?, uyyy se metería con la forma de pensar tan cerrada de estas mujeres, eso estaría genial, o un diseñador de otra época, uyy de sólo pensar en la reacción de estas señoras ya me estoy divirtiendo, en fin...ya estoy alucinando baratísimo, es que tu historia da para eso y mucho más, la verdad que muy original estas remembranzas, esa cabecita llena de churritos es un talento, y seguro vas a escribir muchísimas cosas más.
Me voy aunque no quiero hacerlo, es que no dejo de alucinar con estas señoras, y tu historia es tan rica a la hora de imaginar, podes jugar con un montón de cosas: viajar en el tiempo, cambiar la época, agregarle algo diferente a ese siglo, y tantas otras cosas.
Ahora si me voy, te dejo un súper abrazotototototototote de oso.
P.D. ¡te quiero!
saludos
hey buena historia
hasta me la imagine a las señoras todas elegantiosas
:D
sale me retiro
espero la siguiente parte
byE
BESOS GRANDES!!!!!!!!!!!