Remembranzas Fantasmagóricas (Parte VI).
Otra vez la madrugada se hizo presente en las instalaciones del viejo Museo de La Ex-Aduana, y esta vez, las sombras que delimitaban el espacio entre el inicio de un día y el final de otro, llegaron para sorprender a Margarita, quien aprovechando que no logró conciliar el sueño, recuperó del armario su viejo cuaderno de notas y dibujos para regresar con él de nuevo a su cama y entre almohadones, sábanas bordadas y la calidez de su camisón blanco y largo de satín, entregarse de lleno a su eterna necesidad de escribir.
Acostumbrada desde su infancia a una vida restrictiva en todos los sentidos, los momentos a solas en su habitación eran los que más disfrutaba. Cuando era niña -y a diferencia de sus hermanas- ella nunca dio problemas a la hora que sus padres la enviaban a dormir; puesto que era el lapso de tiempo en que fuera de la estricta vigilancia de su madre, aprovechaba para jugar con toda libertad, simulando que era la heroína de todas esas historias fantásticas que conoció a través de los libros de la biblioteca de su padre, y que durante tantas noches leyó a la luz de una vela encendida y escondida debajo de su cama; hasta caer rendida por el sueño.
Acostumbrada desde su infancia a una vida restrictiva en todos los sentidos, los momentos a solas en su habitación eran los que más disfrutaba. Cuando era niña -y a diferencia de sus hermanas- ella nunca dio problemas a la hora que sus padres la enviaban a dormir; puesto que era el lapso de tiempo en que fuera de la estricta vigilancia de su madre, aprovechaba para jugar con toda libertad, simulando que era la heroína de todas esas historias fantásticas que conoció a través de los libros de la biblioteca de su padre, y que durante tantas noches leyó a la luz de una vela encendida y escondida debajo de su cama; hasta caer rendida por el sueño.
Pasada su niñez, las cosas no cambiaron mucho; quizá sólo que sus hermanas mayores se casaron e hicieron su vida en otro lado, pero para Margarita aquel siguió siendo su refugio, el único espacio en el que podía ser ella misma, ya que a pesar de que ya no se ocultaba debajo de mantas y edredones, todos esos juegos y ensoñaciones propias de la infancia, contribuyeron a que con el paso de los años ella se convirtiera en una mujer de espíritu sensible y receptivo a todas esas cosas que pasaban inadvertidas y eran poco importantes, por no decir: demasiado "insignificantes" ante el común de la gente de su época.
Aquella madrugada en particular llevaba ya varias horas despierta; pues a pesar de lo monótona y aburrida que en ocasiones era su vida; sentía que en las últimas semanas muchas cosas le sucedieron para bien, y no quería dejar de escribir para contarlas; a pesar de que hasta ahora, ese cuaderno no lo compartiera con nadie más.
Desde el instante en que apoyó la pluma sobre el papel en blanco, perdió la noción del tiempo, llenando sin parar gran parte del espacio y las hojas en las que expresó cómo se sentía en ese punto de su vida.
Por un lado escribió acerca de Verónica y de lo sorprendida que estaba al haber encontrado en ella no sólo a una gran amiga (la mejor que había tenido en toda su vida); ya que disfrutaba mucho del tiempo en que además de la charla, Margarita (comenzó en un lapso de tiempo muy breve), a confiarle cosas tan importantes como sus sueños, todo aquello que le interesaba; el mundo de cosas en las que creía o formaban parte de su criterio y convicciones; e incluso a tal grado era su confianza, que hasta había tenido el valor de hablar por primera vez de la tristeza y el temor que le provocaba el hecho de estar comprometida en matrimonio con alguien a quien apenas si conocía y ni siquiera amaba.
Pero bueno, en su cuaderno no quería ahondar mucho sobre eso, sino más bien hacer énfasis en que al ser Verónica la persona que además de escucharla, la aconsejaba; la hacía experimentar una sensación extraña (por la falta de costumbre), pero muy hermosa al mismo tiempo, que le hacía saber que mientras fuera así, nunca más volvería a sentirse sola.
Con la pluma entre los dedos y suspendida por un instante en el aire -alejada a unos centímetros de la hoja de papel- Margarita sonrió sin darse cuenta, cuando vino a su mente la imagen del día en que descubrió una de las facetas más interesantes de su nueva amiga.
Tras varios encuentros en el parque, hubo algo que desde un inicio a Margarita le desconcertó: La constante alución a los "Monstruos de Colores" con los que la pequeña Ximena decía que jugaba.
Al principio pensó que se trataba tan sólo de una fantasía infantil, pero al ver que era un tema recurrente en la mayoría de sus juegos y conversaciones; Verónica tomó consciencia de que como no era tan frecuente ni para ella ni su hija el convivir tan seguido y de ese modo con otra persona -de hecho era la primera vez que eso sucedía-, las cosas que surgían de la imaginación de su pequeña hija, podían parecer extrañas y anormales ante los ojos de quien no conociera su origen; y fue entonces cuando decidió que era ya momento de compartirle a esa chica (que también a su vez, poco a poco se había ido ganando su aprecio y confianza); uno de los aspectos más importantes de su vida.
Aquella madrugada en particular llevaba ya varias horas despierta; pues a pesar de lo monótona y aburrida que en ocasiones era su vida; sentía que en las últimas semanas muchas cosas le sucedieron para bien, y no quería dejar de escribir para contarlas; a pesar de que hasta ahora, ese cuaderno no lo compartiera con nadie más.
Desde el instante en que apoyó la pluma sobre el papel en blanco, perdió la noción del tiempo, llenando sin parar gran parte del espacio y las hojas en las que expresó cómo se sentía en ese punto de su vida.
Por un lado escribió acerca de Verónica y de lo sorprendida que estaba al haber encontrado en ella no sólo a una gran amiga (la mejor que había tenido en toda su vida); ya que disfrutaba mucho del tiempo en que además de la charla, Margarita (comenzó en un lapso de tiempo muy breve), a confiarle cosas tan importantes como sus sueños, todo aquello que le interesaba; el mundo de cosas en las que creía o formaban parte de su criterio y convicciones; e incluso a tal grado era su confianza, que hasta había tenido el valor de hablar por primera vez de la tristeza y el temor que le provocaba el hecho de estar comprometida en matrimonio con alguien a quien apenas si conocía y ni siquiera amaba.
Pero bueno, en su cuaderno no quería ahondar mucho sobre eso, sino más bien hacer énfasis en que al ser Verónica la persona que además de escucharla, la aconsejaba; la hacía experimentar una sensación extraña (por la falta de costumbre), pero muy hermosa al mismo tiempo, que le hacía saber que mientras fuera así, nunca más volvería a sentirse sola.
Con la pluma entre los dedos y suspendida por un instante en el aire -alejada a unos centímetros de la hoja de papel- Margarita sonrió sin darse cuenta, cuando vino a su mente la imagen del día en que descubrió una de las facetas más interesantes de su nueva amiga.
Tras varios encuentros en el parque, hubo algo que desde un inicio a Margarita le desconcertó: La constante alución a los "Monstruos de Colores" con los que la pequeña Ximena decía que jugaba.
Al principio pensó que se trataba tan sólo de una fantasía infantil, pero al ver que era un tema recurrente en la mayoría de sus juegos y conversaciones; Verónica tomó consciencia de que como no era tan frecuente ni para ella ni su hija el convivir tan seguido y de ese modo con otra persona -de hecho era la primera vez que eso sucedía-, las cosas que surgían de la imaginación de su pequeña hija, podían parecer extrañas y anormales ante los ojos de quien no conociera su origen; y fue entonces cuando decidió que era ya momento de compartirle a esa chica (que también a su vez, poco a poco se había ido ganando su aprecio y confianza); uno de los aspectos más importantes de su vida.
La invitó a comer un día a su casa y fue ahí cuando Verónica le mostró la parte donde tenía montado un pequeño estudio. Pasaron toda esa tarde juntas y Margarita todavía recordaba la forma en que Verónica compartió por primera vez con ella una de las cosas que más disfrutaba y era una de sus grandes pasiones: La elaboración de "Alebrijes".
Sentada sobre un banquito de madera y en medio de ese estudio lleno de botes de pintura, pinceles, algunos esqueletos de alambre (todavía pálidos y sin "vestir"); más la extraña mezcla del aroma del papel y el engrudo; Verónica le abrió por completo su alma y le habló con gran emoción y entusiasmo de como su abuelo Eugenio le enseñó siendo muy niña el arte de fabricar y materializar a través del papel maché figuras mitológicas y otros "monstruos de colores".
Sentada sobre un banquito de madera y en medio de ese estudio lleno de botes de pintura, pinceles, algunos esqueletos de alambre (todavía pálidos y sin "vestir"); más la extraña mezcla del aroma del papel y el engrudo; Verónica le abrió por completo su alma y le habló con gran emoción y entusiasmo de como su abuelo Eugenio le enseñó siendo muy niña el arte de fabricar y materializar a través del papel maché figuras mitológicas y otros "monstruos de colores".
Lo que en un principio comenzó para ella como un juego (durante su infancia en la ciudad de Puebla), llegó a convertirse en una forma de vida; ya que gracias a su creatividad y talento; logró no sólo ayudar a su esposo cuando este había enfermado y fallecido al poco tiempo.
Inmersa en una sociedad que vivía de "apariencias", ante los ojos de los demás, Verónica era una mujer viuda que se sostenía de la herencia y las utilidades que generaban las diversas propiedades de su difunto marido; sin embargo, la realidad era muy distinta; y la fortuna que ahora le permitía vivir en forma desahogada -y al mismo tiempo conservar el patrimonio de su esposo- era sólo producto de su propio trabajo y esfuerzo; algo que era impensable que una mujer pudiese conseguir en esa época.
Inmersa en una sociedad que vivía de "apariencias", ante los ojos de los demás, Verónica era una mujer viuda que se sostenía de la herencia y las utilidades que generaban las diversas propiedades de su difunto marido; sin embargo, la realidad era muy distinta; y la fortuna que ahora le permitía vivir en forma desahogada -y al mismo tiempo conservar el patrimonio de su esposo- era sólo producto de su propio trabajo y esfuerzo; algo que era impensable que una mujer pudiese conseguir en esa época.
Verónica, aprovechando en años anteriores el contacto que Agustín (su esposo) tenía con diplomáticos y personajes de alcurnia en Europa, comenzó a vender las figuras de papel que elaboraba, al grado de que con el tiempo se hizo de reconocimiento y una buena cartera de clientes que veían en su arte una forma de regalo tan original, cuya fama trascendió hasta llegar a una reconocida galería en Alemania, para la cual ahora ella elaboraba cada cierto tiempo una remesa de esas coloridas figuras artesanales, y que sumado a otros pedidos, le permitieron en unos pocos años, vivir de su arte.
A Margarita le encantaba llegar por las tardes y verla trabajar mientras conversaban de todo un poco. Era impresionante la cantidad de cosas que tenían en común y era tal la fascinación que el trabajo tan artesanal de su amiga ejercía en ella, que en una ocasión durante un intento por recrearle a la pequeña Ximena alguno de esos personajes en una hoja de papel y que a la par fuera acompañado por una historia para contarle, surgió una brillante idea que tanto a Verónica como a Margarita les entusiasmó por el hecho de ser un proyecto en el que podían trabajar juntas.
Verónica desde siempre había tenido la inquietud de realizar una especie de "registro gráfico" de cada una de las piezas que hasta ahora había realizado; pero por falta de tiempo y quizá hasta de iniciativa, (aunque ninguno de sus alebrijes era nunca igual a otro); después de elaborarlos y venderlos no tenía manera de conservar algo que le permitiera acreditar como propia la autoría del diseño de esa pieza. Hasta ahora no había tenido ningún problema -puesto que sus personajes eran fantásticos y únicos-; pero dado el éxito y la demanda que su trabajo ya había alcanzado, comenzó a pensar en la posibilidad de elaborar una especie de catálogo.
Como la habilidad de Margarita para ilustrar era muy buena, Verónica le propuso que la ayudara dibujando algunos de los alebrijes terminados y que estaban en proceso de ser vendidos y así fue como a la amistad tan sólida que comenzaron a cimentar en tan poco tiempo, se sumó la posibilidad de hacer también mancuerna en lo laboral.
A Margarita le encantó eso -además de la enorme oportunidad de trabajar por primera vez en su vida y de estar enfocada a algo diferente, alejado por completo de la superficialidad de las mujeres de su entorno- fue muy satisfactorio sentir que despojada de ese "halo" de solemnidad propio de su condición de viuda y madre de una niña; Verónica, en realidad era una chica muy parecida a ella, lo cual se veía reflejado desde el atuendo que utilizaba para estar en casa y trabajar.
Verónica desde siempre había tenido la inquietud de realizar una especie de "registro gráfico" de cada una de las piezas que hasta ahora había realizado; pero por falta de tiempo y quizá hasta de iniciativa, (aunque ninguno de sus alebrijes era nunca igual a otro); después de elaborarlos y venderlos no tenía manera de conservar algo que le permitiera acreditar como propia la autoría del diseño de esa pieza. Hasta ahora no había tenido ningún problema -puesto que sus personajes eran fantásticos y únicos-; pero dado el éxito y la demanda que su trabajo ya había alcanzado, comenzó a pensar en la posibilidad de elaborar una especie de catálogo.
Como la habilidad de Margarita para ilustrar era muy buena, Verónica le propuso que la ayudara dibujando algunos de los alebrijes terminados y que estaban en proceso de ser vendidos y así fue como a la amistad tan sólida que comenzaron a cimentar en tan poco tiempo, se sumó la posibilidad de hacer también mancuerna en lo laboral.
A Margarita le encantó eso -además de la enorme oportunidad de trabajar por primera vez en su vida y de estar enfocada a algo diferente, alejado por completo de la superficialidad de las mujeres de su entorno- fue muy satisfactorio sentir que despojada de ese "halo" de solemnidad propio de su condición de viuda y madre de una niña; Verónica, en realidad era una chica muy parecida a ella, lo cual se veía reflejado desde el atuendo que utilizaba para estar en casa y trabajar.
Las reglas de etiqueta marcaban para alguien como ella "El Medio Luto", el cual era menos riguroso y de por vida para las viudas, niñas y jóvenes casaderas, y a quienes pasados los primeros meses del deceso familiar, se les permitía desprenderse del color negro relativamente pronto, ya que su primera y única obligación era conseguir marido.
Verónica sabía todo eso, y para salir a la calle utilizaba los tonos cafés y grises como colores que identificaban su estado civil al vestirse; pero dentro de casa, era otra cosa y tal como se lo había expresado con toda la honestidad del mundo a su nueva amiga, tras el fallecimiento de su esposo, ella nunca volvió ni siquiera a pensar en la posibilidad de rehacer su vida con otro hombre y sus prioridades desde entonces estaban centradas únicamente en su hija y su trabajo.
Verónica sabía todo eso, y para salir a la calle utilizaba los tonos cafés y grises como colores que identificaban su estado civil al vestirse; pero dentro de casa, era otra cosa y tal como se lo había expresado con toda la honestidad del mundo a su nueva amiga, tras el fallecimiento de su esposo, ella nunca volvió ni siquiera a pensar en la posibilidad de rehacer su vida con otro hombre y sus prioridades desde entonces estaban centradas únicamente en su hija y su trabajo.
La relación de amistad entre ambas se estaba volviendo tan entrañable, que durante las tardes que pasaban adentro del estudio, (Margarita dibujando y Verónica pintando o vistiendo a los alebrijes), las charlas siempre partían de cualquier tema común; hasta que poco a poco la conversación se volvía más compleja y era así como al poco tiempo de conocerse ya sabían definir a la perfección cómo era cada una, puesto que la convivencia les dio el marco perfecto para conocer todo lo que pensaban sobre conceptos como la vida, el amor, la muerte, la felicidad, etc... Pero lo más importante era que ambas sabían que se tenían una a la otra para compartir desde el temor más escondido, hasta el sueño más grande... Algo que para la época en que coincidieron era casi imposible de que sucediera entre dos amigas y que probablemente más adelante la vida se encargaría de poner a prueba...
Continuará...
Comentarios
Es impresionante tu imaginación, como le das vida a los personajes, esa misma creatividad que le imprimís a Margarita y Verónica hablan de tu capacidad, y que tu talento no tiene límites ni se va a terminar nunca.
Yo estoy fascinada con estas remembranzas ¿se nota?, no sé si te das cuenta pero está todo muy cuidado, la época, todo lo que sucede, y además esas dos chicas que nada tienen que ver con el pensamiento de la sociedad de entonces está genial. Hay muchos elementos acá, y eso da como resultado una gran historia.
Sigo esperando con mucha ansiedad todo lo que viene, ojalá sean muchas partes más, creo que Margarita y Verónica tienen mucho por hacer, y desmostrarle a la sociedad que es muy triste vivir de apariencias.
La verdad que estas dos amigas inspiran mucho, cuando hay tanta complicidad todo puede suceder, y no hay nada más lindo que contar con un cómplice perfecto en el camino, yo lo sé porque también tengo a mi cómplice perfecto.
Felicidades tesorito por tu talento, ojalá siempre tengas motivos y ganas para escribir así.
Te mando muchos abrazos, y no te olvides que te adoro!
Ya estoy lista, y ya me acomodé para lo que sigue, ¿me lees las otras partes también? andale, andale, porfis porfis.
Me retiro, no me voy me llevan!!!!!
No me quiero irrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr!!!!
Deverías escribir y publicar un libro, hay un aejemplo, (el de orsari.com) de un blogger muy talentoso, ya famoso a nivel mundial por su forma de escribir sus posts y después llevar su blog a un libro, tu puedes bien aprovechar mas el talento que tienes para las letras....
saluditos esta mañana "ahumada en juaaritoz"
Yo sé que a ti también te gusta la historia de los fantasmas y la estás disfrutando tanto como yo.
CIRCE:
Gracias por tu comentario, llegué a pensar que a Vane era a la única persona que le gustaba.
La empecé a escribir como una especie de experimento, según yo nada más iban a ser 3 partes, pero los personajes y la época dan para mucho más, son ellos mismos los que están contando la historia y ni yo sé en que va a terminar.
¡Gracias por tu comentario, no sabes lo importante que es para mi saber que a alguien más le gustó mi historia!!!