Carta para la Srita. Colombia


Ingrid:

Es muy difícil despedirse cuando uno no quiere hacerlo y eso es precisamente lo que me pasa hoy contigo.

En lo personal, nunca me ha gustado decirle adiós a una persona querida, mucho menos cuando la vida no permite hacerlo de la manera que uno de corazón quisiera: con un abrazo tan prolongado como cálido, así como una sonrisa en el rostro que selle la promesa de un próximo encuentro.

Así debería ser y así quiero que sea hoy esta carta, tal como lo era cada una de nuestras tantas charlas, tan llenas de risas y reflexiones; de lecciones de vida tan sutiles como valiosas, algo tan característico de una persona tan vital y luminosa como para mi lo has sido tú.

Hoy me enteré poco después del mediodía de que te habías marchado; y aunque mi alma se ensombreció, esa oscuridad duró mucho menos que un suspiro, porque de inmediato vinieron como estampida a mi mente, todos los recuerdos de los días que para ti eran buenos, y pasábamos las horas conversando de todo y nada cuando viajabas para buscar a tu familia y así aprovechar al máximo tu vida que de modo permanente estuvo en cuenta regresiva; de los días en que jugábamos a hacer radio; hasta de aquella vez en que te hice llorar de risa cuando te mostré el "moderno abanico" que evitaba que mi computadora se sobre calentara.

Fueron varios años de amistad, pero viendo el tiempo a la distancia sé que ha sido insuficiente para cada una de las personas que más allá de tu familia te conocimos, porque no era nada difícil quererte.
Siempre te lo dije (al igual que lo hizo Vane), Soraya ha sido hasta ahora, alguien que ha traído personas valiosas a mi vida, y tú fuiste una de ellas. A pesar de la distancia en poco tiempo te volviste una persona tan entrañable y una amiga tan valiosa que a pesar de estar luchando día a día por ganar tiempo; siempre tenías la paciencia y las palabras exactas para cuando uno se dejaba abrumar por cosas que eran tonterías comparadas con lo que te tocó afrontar a ti.

Siempre te admiré por eso y te lo dije. Por ser una chica con un espíritu tan fuerte y por fuera una persona tan luminosa y con ese genuino amor por la vida. Me queda muy grabado en la mente que tú sólo te encogías de hombros y con una gran sonrisa me decías que no eras fuerte, era simplemente que no habías tenido otra mejor opción.

A través de ti conocí un poco de tu país y tu cultura, comencé a escuchar la música de Fonseca y de Santiago Cruz... De hecho, me quedaste debiendo una lista de tus canciones favoritas con las que planeaba hacerte un regalo de cumpleaños.

Uno de mis más grandes defectos es pasarme de "prudente" y por no molestar no te insistí y a veces ya no te preguntaba cómo estabas. No me justifico, pero uno es muy tonto y se pierde entre el trabajo y las responsabilidades de la vida cotidiana; pero bien sabe Dios que nunca me olvidé de ti, y aunque en el fondo todos sabíamos que te podías ir de un momento a otro, siempre tuve el deseo de que la fortaleza de tu espíritu, al igual que las oraciones de todos los que de manera directa o indirecta estábamos a tu alrededor, pesaran más que cualquier designio divino.

Desde que tengo uso de consciencia, he escuchado decir que cada cosa y persona tiene su momento. Para mi, el tiempo compartido contigo ha sido insuficiente; pero al mismo tiempo siento que ha sido exacto y preciso cuando me doy cuenta de todo lo que me tocó aprender de ti.

Supongo que a tu familia y gente muy cercana le sucederá lo mismo. Yo sólo fui tu amiga; y hoy tengo sentimientos encontrados porque por una parte me da alegría saber que donde quiera que te encuentres y lleguen hasta a ti estas letras tú estás ya tranquila y libre de tanto dolor y sufrimiento; pero también de modo egoísta me siento triste porque en un mundo que cada vez se vuelve mucho más caótico y hostil, va hacer mucha falta una persona tan llena de luz como lo fuiste tú.

Tal vez esa fue tu tarea. El propósito esencial que cumpliste con cada uno los que te conocimos y yo te agradezco profundamente por la parte que a mi me tocó.
Hoy en el camino de regreso a casa, después del trabajo, pensaba en que cuando uno conoce a alguien nuevo, nunca se pone a pensar en lo que esa persona traerá o no a tu vida.
Respecto a ti Ingrid, ha sido una gran bendición haber tenido el privilegio de encontrarte en mi camino y haber podido contar con tu amistad.

Evidentemente el mundo no va ser el mismo sin tu risa, sin tu voz tan bonita y tu acento tan "chévere" que nos ayudaba tanto a la hora de grabar radio, pero me gusta pensar también que de alguna manera te retribuímos una mínima parte de todo lo que tú nos diste durante todas esas tardes de risas y grabaciones en los que de alguna manera mantuvimos alejada de tu mente la idea de que la muerte de manera constante te pisaba los pasos.

Como te expresaba al inicio de esta carta, no quiero que esto sea una despedida, tan sólo un lapso de espera en el que la próxima reunión será mucho más especial y cercana, porque de verdad, de verdad me gustaría en otra vida volverte a conocer, para convivir de una forma más directa, y aprender mucho más de ti.

Ojalá que así sea, pero mientras eso sucede, te prometo celebrar desde hoy tu vida y no tu ausencia, así como no olvidar todo lo valioso que me aportaste. Gracias de corazón por eso, y por habernos iluminado a todos con tu sonrisa y toda tu existencia. 

Saluda a Soraya de parte de todos nosotros, dile que se le extraña tanto como a ti se te echa de menos ya.

Un abrazo hasta el cielo.

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