La bolsa de los sentimientos.
Tal como le sucede a tantas otras personas, hay veces en que puedo tener días buenos y otros malos... Hace algunos años atrás era bastante dramática, y eso se notaba mucho en la forma en como escribía, pero conforme ha pasado el tiempo, no sé si las cosas que viví, o las que fui aprendiendo en el camino me hicieron madurar de alguna manera, y eso provocó que buscara la manera de darle la vuelta a los días no tan buenos...
No recuerdo donde lo vi o lo leí, pero una vez, descubrí en algún lado que alguien decía que tanto las aves como los aviones logran sobrellevar las tormentas justo sobrevolando sobre ellas.
No sé porque de pronto, en una madrugada reciente me acordé de eso y de pronto me puse a pensar en: ¿qué pasaría si todos esos sentimientos que nos generan una carga negativa pudiéramos desprendernos de ellos y colocarlos en una bolsa de papel?
Juguemos a imaginar que eso puede ser posible... Cierra los ojos y piensa por un instante en esto: ¿Cuáles son las cosas que no te gustan de ti? ¿Qué sentimientos resguardas en tu alma que te están dañando y no sabes ni siquiera como manejar? Si pudieras deshacerte de ellos y colocarlos en la bolsa: ¿Qué forma material tendrían?... ¿Cómo te sentirías ya sin ellos, viendo la bolsa, tal como cuando contemplas algo que no es tuyo o con lo cuál ya ni siquiera te identificas?
Eso es lo que he imaginado yo en los últimos meses, en esta etapa tan extraña que me ha tocado vivir en el presente. No me quejo, ni tampoco me auto compadezco, porque sé que en todos lados existen personas con problemas mucho más graves que los míos; pero al punto que quiero llegar es, a que por más que con el tiempo logré entender que debo adaptarme a lo que tengo en el día y en el momento, como a cualquier otro ser humano le ha pasado; hay días en que me cuesta echarle las mismas ganas y seguir intentando salir adelante.
Yo supongo que tal vez a ti te ha pasado eso... A pesar de las bendiciones y de estar consciente de todas las cosas valiosas que existen a tu alrededor, de pronto si llegas a sentirte un tanto perdido, y eso no significa que te hayas rendido, ni tampoco que estés mal. Simplemente son fases inherentes a la misma naturaleza humana, y no pasa de que quizá te vayas a dormir un poco triste y al siguiente día, el amanecer, la sonrisa de alguien o un detalle simple que observes en la calle, te haga sentir feliz y con esperanza otra vez.
Gaby Pérez Islas, una tanatóloga a quien admiro mucho y de quien he hablado bastante en este blog, siempre dice que todos tenemos "una caja de herramientas" para utilizar justo en esos momentos cuando sentimos que no podemos o no tenemos fuerza para seguir adelante. Yo me identifico mucho con eso, porque desde niña siempre pensé que cada persona, había recibido por parte de Dios una estrellita en la frente, su regalo, algo que servía para ser feliz uno mismo y también para regalar a los demás.
Con cuatro décadas ya en esta experiencia terrenal, yo tengo más que claro y definido cuáles son los míos... Es curioso sentirme tan segura de lo que soy y lo que tengo, pero un tanto perdida respecto a lo que debo o no hacer... Sin tener muy claro aún cuál es el camino directo hacia mi misión de vida... Igual estoy ya transitando sobre el mismo y sin estar muy consciente de ello, pero supongo que más que cuestionar, depende del hecho de aprender a cultivar en mi interior la FE.
Es por eso que hoy quise hablar aquí contigo de "La bolsa de los sentimientos"... Esa que muchas noches imagino tengo aquí a mi lado antes de dormir y en ella deposito todo lo que no me gusta de mi carácter... Mi miedo a perder (TE), a NO SER ÚTIL para quienes me rodean; mis carencias, mi intolerancia hacia muchas cosas, los prejuicios que me he formado, y la intranquilidad que me provoca la idea de no ser capaz de sobrellevar o afrontar con entereza esta etapa... En pocas palabras, el miedo de poder controlar ciertas cosas, y la incertidumbre de no saber que pasará...
Hay veces que cuando mi bolsa está llena ya de todo eso, se ve completamente desbordada... Es entonces cuando hay sentimientos y emociones que de tan densos y negativos se materializan en forma de objetos de textura áspera, y que lastiman... y es un poco contradictoria la sensación al verlos, porque estando dentro de la bolsa y ya lejos de mi, siento alivio de haberme desprendido de esa manera tan simbólica de ellos; porque si a primera vista logran rasgar con sus formas afiladas y puntiagudas esa bolsa imaginaria, logro también caer en la cuenta de que un efecto similar han de haber provocado al haber estado durante tanto tiempo albergados adentro de mi alma.
Son las 10:43 y se está haciendo tarde... Todas las noches trato de depositar en una bolsa de papel todo lo que cargué en el día, y aunque algunas veces queda demasiado llena; me he dado cuenta también de que conforme ha pasado el tiempo y empecé a imaginar esto, hay otras en que mi bolsa lleva pocas cosas o contiene sólo una.
Yo ya te compartí cuáles son las cosas que yo vacío noche a noche entre paredes delgadas de papel, y quizá tú no me lo digas, pero en este instante ya estés pensando cuáles son las que tu pondrías al caer la noche... Tal vez un corazón roto, la preocupación que te provoca no tener todavía el dinero suficiente para pagar tus cuentas, la insatisfacción por perder la mayor parte de tu día en un trabajo que no te gusta y donde no te sientes motivado ni con futuro... La tristeza que provoca la ausencia de algún ser querido que para ti se fue de una manera injusta, la salud perdida de tu padre, madre o de algún hijo, así como tu resentimiento por algo que pasó hace muchísimos años, o quizá la impotencia de algo que no pudiste resolver.
Sólo tú sabes lo que llevas en tu alma y te gustaría poner de manera simbólica dentro de esa bolsa... Yo por mi parte, todos los días lleno una antes de dormir, y hablando en letras contigo me doy cuenta que si juntara todas las que ya he usado cada noche, habría cosas; sentimientos negativos que probablemente se repitieron varios días y así quedaron resguardados en más de una...
Tal como líneas más arriba lo decía, con el ejemplo de los aviones y las aves; no es lo mismo experimentar algo desagradable, negativo o triste, vivirlo en tu propia piel, pasarlo en el momento a "quitártelo" (como cuando te desprendes de tus zapatos o de alguna prenda de ropa), para al final de día observarlo como algo que le sucedió a alguien más o como una anécdota que te contaron y que le haya sucedido a otra persona, pero no precisamente a ti.... Algo así sucede con todas las cosas que se depositan en esa bolsa de los sentimientos.
No sé si ahora que te lo he compartido a ti te sirva de la misma manera que para mi ha sido de utilidad durante tantas noches; y así como habrá días en que cada una de esas bolsas queden rasgadas, demasiado llenas o maltrechas por tanta carga negativa, debo decirte que todas se ven mucho menos impresionantes al siguiente día y es ahí donde se quedan, únicamente para ti y para Dios, que es el único que puede transformar o tiene la respuesta a lo que tú no sabes ni como manejar.
¿Sabes algo?, hay otros días en que imagino que hay otras bolsas en las que también se puede depositar todo lo bueno que una persona puede dar, y en contraposición a las primeras de las que ya he hablado, el contenido de estas si se puede compartir.
¿Has visto a esas personas que por ejemplo siempre cargan dulces consigo o siempre tienen algo para regalarte?... Supongo que esa es la caja de herramientas de la que habla siempre Gaby, y creo que si te pones y lo analizas, todos, absolutamente todos tenemos algo en nuestro interior para regalar a los demás... Puede ser la manera tan amorosa con la que preparas cada mañana el desayuno o las cosas de tus hijos; tu manera tan sincera de charlar con alguien y ofrecerle tu ayuda, hasta un simple gesto de cortesía y amabilidad con alguien desconocido en la calle.
Ese tipo de cosas hacen tanta, tanta falta en nuestra vida, en el presente que nos ha tocado, independientemente del país donde se esté, y es probable que la clave esté en lograr que cada día, al llegar la noche, la bolsa de los sentimientos que colocamos al lado de la cama esté más vacía, que aquellas que utilizamos durante el día; para que llegue un momento en que necesitemos cambiarla por una de tamaño mucho más grande, para que pueda ser más fácil colocar todos y cada uno de esos dones que sin saberlo tenemos y servirán para compartir, ayudar o simplemente hacerle el día diferente a alguien más.
Que tengas buena noche... Hasta aquí dejo este escrito, pues es hora de llenar mi bolsa y ver de que voy a desprenderme hoy.
Que descanses... ¡Nos leemos pronto!
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