Bitácora de Viaje: Día 1: "Pensamientos y Sentimientos en La Carretera"...
...Cerca del mediodía ya habíamos avanzado mucho en el camino por la carretera.
Cuando salimos de Cd. Juárez, mi mente estaba por completo absorta en las letras del libro que comenzó a contarme la historia en plena época de la conquista de Isabel Moctezuma, (la hija del huey tlatoani mexica); sin embargo, conforme iban sumándose uno a uno los kilómetros, el paisaje reflejado a través del cristal de la ventana, fue seduciéndome de a poco, hasta que logró desprenderme por completo del libro y acaparar de lleno mi atención.
Es curioso, pero mientras el camión avanzaba a través del asfalto dividido por una intermitente línea amarilla; volvió a mi mente la idea de que en las pocas veces que he viajado, la fisionomía de mi estado me remite siempre a los libros de geografía de la primaria, y visualizo este lugar tan árido y desértico como si fuera una cartografía o la imagen impresa de un mapa gigantesco adentro del cual yo he vivido siempre.
Para estas alturas del viaje, en el interior del camión todo mundo iba como que "muy dedicado a lo suyo", yo ya sabía que mi compañera de viaje (en el asiento contiguo) sería una chica como de unos 20 años llamada "Aby", quien en un inicio casi no me dirigió la palabra y cada vez que me veía escribir en "El Cuaderno del Hippo" o abrir el libro de Isabel Moctezuma volteaba y me veía como si yo fuese un "Bicho Raro"...
En el asiento de atrás, permaneció también todo el tiempo José, la verdad hablamos muy poco... Tan sólo me limité a saludarlo al llegar al punto donde abordamos el camión, y aunque yo sabía -o más bien sentía- que en forma disimulada, él iba a permanecer atento a todo lo que yo hiciera o dijera durante el viaje, preferí no darle tanta fuerza a ese pensamiento y me dejé envolver por el cielo lleno de nubes y el paisaje desértico que siguió revelándose a través del cristal de la ventana.
La verdad me pareció muy rápida la forma como fuimos avanzando. Después de la parada obligada para desayunar en Villa Ahumada (un poblado que que para quienes no conocen la Zona Norte de México, es famoso por sus quesos y asaderos), retomamos otra vez el camino, y aunque en apariencia pudiera parecer que el paisaje desértico es muy repetitivo y no ofrece nada nuevo a los sentidos, a mi me inspiró tanto, que recargada sobre el borde de la estructura interna del camión que separaba al cristal del exterior, comencé a "Soñar" despierta.
Lo primero que me imaginé fue un viaje en carretera... Mi sueño fue como una proyección a futuro de lo que me gustaría hacer en el alguna estación indeterminada del 2009...
Un viaje con destino hacía La Sierra de Chihuahua, pero más allá del punto de llegada, imaginé como sería el trayecto: Quizá a bordo de un auto, con Vane acompañándome en el asiento contiguo... Yo manejando y ella haciendo bromas, jugando, tomando fotos, con su espíritu libre y genuino de siempre... Tal vez las dos, hablando de un montón de cosas, discutiendo medio en broma por no lograr ponernos de acuerdo sobre cual CD poner...
Y sé que invariablemente, luego de darle mil vueltas al estuche con los discos, el estereo terminaría por reproducir las notas y sonidos de Soraya, Ismael Serrano (siempre y cuando incluyera la rola de "Cassandra") o ¿Por qué no contemplar incluso un disco de Sarah Brightman o Pausini?
En medio de ese paraje tan árido, a lo largo de la carretera, me sorprendió descubrir algunas casas construidas en medio de "La Nada" , y a la par de imaginar: ¿Cómo sería la vida de las personas que habitaban en cada una de ellas?, comencé a "alucinar barato" y me puse a pensar: ¿si serían personas que aún viviendo en un lugar tan apartado, viajarían a diario a la ciudad para comprar víveres o para cumplir con la obligación de un trabajo?, ¿si serían felices?... O peor aún mi curiosidad: ¿Cómo sería para alguien de nosotros vivir ahí?
Tal vez sería el lugar perfecto para salir y sentarse en la noche bajo la calidez de una fogata para contar historias de fantasmas; el lugar idóneo para buscar satélites, encontrar constelaciones o pedir algún deseo especial a una estrella fugaz...
El tiempo pasó, llegamos a Chihuahua, salimos de ahí y aún así, el trayecto parecía interminable... Entonces me empecé a reír sola porque al darme cuenta de que llevábamos ya algunas horas recorriendo el mismo territorio, recordé cuando en una ocasión estando en el messenger, mi amiga Claudia Muñoz en tono de broma, hizo un comparativo de las dimensiones territoriales existentes entre Chihuahua y Uruguay.
En ese entonces, ella puso una leyenda en el nick de su chat que decía: "Chihuahua: El estado grande, tan grande ¡que si se ve en el mapa!... y aunque parecía cosa de risa, además de ese recuerdo, lo chistoso fue darme cuenta que yo tenía varias horas comprobando que aquello que Clau dijo ¡Era Terriblemente Cierto!!!
Una vez que el territorio Chihuahuense quedó atrás, fue muy sorprendente comprobar que México es un mosaico de colores; puesto que de un estado a otro, la fisionomía del paisaje cambió notablemente y del suelo árido y desértico, atravesamos por zonas boscosas, cadenas montañosas repletas de vegetación en las que no sólo nos alcanzó la tarde, sino también una lluvia persistente que ya no nos abandonaría a partir de ese momento...
Después de la última parada del día para comer en Camargo, la oscuridad y la humedad se apoderaron por completo del camino...
No sé si me dormí... O de plano perdí la noción del tiempo, pero cuando desperté era ya muy tarde, me asomé por la ventana y descubrí las luces de una ciudad muy grande que brillaban de una forma muy intensa (como consecuencia del agua de la lluvia); entonces, una emoción que no se describir con palabras me envolvió tanto por dentro, cuando a través del letrero luminoso y la figura de una estrella colocada en la parte alta de la montaña principal de esa ciudad, me hizo saber que nos encontrábamos en el estado de Durango.
En ese lugar, fue donde nació mi madre... Y no obstante que yo solamente he estado un par de veces en esa ciudad, (cuando aún ni siquiera tenía uso de conciencia); un sentimiento extraño me invadió, al caer en la cuenta que a pesar de eso, mis orígenes partieron de ese punto, y mi propia historia comenzó en el momento en que una mujer viuda, decidió salir de allí con sus 14 hijos de la mano, para viajar a Cd. Juárez en busca de una vida mejor, y aunque eso es parte de una historia que a mi no me pertenece, de modo indirecto, mis raíces surgieron de allí.
Lo último que recuerdo de la noche del Domingo, fue como una especie de ensoñación conformada por la imagen de una carretera completamente solitaria y en penumbra, las luces del estado de Durango que cada vez se minimizaban y se alejaban más; la voz de José que me respondió todas y cada una de las veces que yo le pregunté: ¿En dónde nos encontrábamos? y la humedad de la lluvia que propició que por primera vez en todo el viaje sintiera frío y luego un poco de temor.
No sé que hora sería, ni tampoco si permanecí mucho tiempo dormida. Tan sólo sé que a media madrugada la inmovilidad del camión me despertó de pronto y al asomarme por la ventana me di cuenta que nos habíamos detenido.
Afuera llovía intensamente, y el vapor generado por la humedad propició que a pesar de la potencia de los faros del camión, a menos de un metro de distancia nada fuera visible en lo absoluto.
Al incorporarme del asiento y correr la cortina que cubría la ventana contigua a mi asiento, el panorama era mucho más tétrico, porque descubrí que estábamos varados, el chofer -actuando con toda prudencia- había decidido detenerse a la orilla de la carretera para evitar el riesgo de manejar en medio de tanta niebla, más aparte con la carpeta asfáltica mojada; pero aún así el riesgo era inminente, debido a que la carretera era muy estrecha y no todos los vehículos que circulaban en el carril extremo conducían con precaución.
...Creo que esa ha sido la ocasión en que verdaderamente he experimentado miedo... Me sentí tan desprotegida y vulnerable, que me comencé a poner nerviosa y a desear con todas mis ganas que la lluvia cediera para que nosotros pudieramos retomar de nuevo el camino.
En ese momento, como caído del cielo, mi celular emitió el sonido característico de la recepción de un nuevo mensaje de texto... Era de mi amiga Claudia Muñoz, quien a pesar de la hora, no dejó de estar en contacto conmigo durante todo el camino, y aunque siempre nos referimos "medio en broma", a todo lo que conversamos; esa noche más que nunca, me sentí agradecida con ella, porque si no hubiera sido por esa manera tan simple de hacerse presente y acompañarme así durante todo el viaje, ese instante en particular, el miedo me habría dominado por completo, pero ella en cierta forma a la distancia llegó y me rescató.
Algo que tienen en común las noches de tormenta y "Los Malos Días", es que por muy intensos que estos sean, al final siempre pasan... Y la mañana del siguiente día nos sorprendió atravesando el estado de Querétaro y a muy pocas horas ya de llegar al primer punto de parada de nuestro viaje: La ciudad de México.
A pesar de que eran ya cerca de 20 horas viajando por la carretera, me encantó abrir los ojos, despertar y descubrir a través de la ventanilla, un paisaje tan maravilloso en el que el la humedad y el cielo gris se contrastaron tal y como un artista lo aplica en un lienzo, para plasmar un cuadro de exquisita belleza, en el que las montañas revestidas de un color verde intenso, permanecían adornadas en la parte más alta por un montón de nubes.
Como la distancia "mesurable" del suelo hacía cada una de sus cúspides no era mucha, a quien pasara por ahí, le daba la impresión de que tan sólo era cuestión de detenerse... Caminar y escalar un poco para poder "tocar" el cielo con las manos; en un acto de total reciprocidad con "El Creador" de todo el universo, quien al disponer que durante esas primeras horas del Lunes 7 de Julio se produjera ese regalo, reiteraba con ello su inmenso amor por cada uno de nosotros y sus infinitas ganas de fundir como en una caricia interminable las nubes con la tierra.
El miedo y las dudas de la noche anterior se disciparon por completo, y mi corazón y mis sentidos se llenaron por completo de las imágenes y aromas que durante esas primeras horas del día me produjo permanecer atenta a cada cosa que veía al cruzar por San Miguel de Allende y Guanajuato, (dos de los lugares que más me impresionaron y me llenaron el alma de emociones al verlos), sin importar que hubiera sido "de paso" nada más.
El recorrido casi estaba a punto de concluir, y cerca de las 8 ó 9 de la mañana nos detuvimos en un sitio ubicado de modo estratégico en la carretera y a poco menos de una hora de distancia de la Ciudad de México, para desayunar y estirar un poco las piernas.
El miedo y las dudas de la noche anterior se disciparon por completo, para dar paso en mi interior a un buen estado de ánimo, disfrazado de "apetito voraz".
Me sentía tan bien, que esa mañana no me importó compartir la misma mesa y el desayuno con José... No es justificación, pero como nunca me ha gustado comer sola, no me pareció "mala onda", cuando él me preguntó si podía ocupar la silla vacía colocada frente a mi.
Hablamos de todo y nada en ese lapso, comprobé una vez más que durante todo el trayecto permaneció atento a todo lo que hice y no hice, y hasta tuvo la osadía de cuestionarme: ¿Qué haría en México junto a mis amigos? ¿y con quién me había estado "Mensajeando" toda la madrugada anterior?
Después de desayunar y aprovechado que todo mundo comenzó a "turistear" en ese sitio, yo me salí del restaurant porque de pronto me dieron unas incontenibles ganas de llamar a Vane para contarle todo cuanto había sucedido, pero como no me pude comunicar desde ese punto del camino, caminé un poco con la intención de apartarme un poco de la gente, y así muy cerca de la carretera empezar a grabar para ella, el primer audio de la Bitácora de este viaje.
Posterior a eso, volvimos una vez más a carretera. Pero esta vez, la travesía ya no fue tan maratónica o intensa, porque muy pocos kilómetros nos separaban ya de nuestro punto de arribo.
Siento que a partir de ahí todo sucedió muy rápido, y escoltados por un cielo completamente gris, bordeando pendientes y curvas pronunciadas; ascendimos y descendimos en medio de "voladeros", alguno que otro lago y montes tupidos de vegetación, para llegar por último hasta una avenida con más de 4 carriles y donde el tráfico poco a poco comenzó a tornarse tedioso y lento...
Era ya cerca del mediodía y la desesperación de mis compañeros de viaje (quienes constantemente se ponían de pie, para buscar sus bolsas y mochilas), me hizo saber que estábamos por fin entrando a la majestuosa y siempre contrastante Ciudad de México... Después de 22 horas de trayecto, la aventura, estaba al fin por comenzar...
Comentarios
Tengo que regañarte, tenías que sacar el tema de Chihuahua, y Uruguay?, la culpa de todo la tiene Claudia, ella es una patotera de lo peor, y vos le seguís la corriente, jajajajajajaja.
Sabés una cosa? mi paisito es muy pequeño, pero es hermoso, y te vas a enamorar de Uruguay, en fin...ya me fui de tema otra vez.
Llegaste a México, y ahora? dale!!! profis, porfis, que sigue?, andale, andale, mirá que tengo cara de Tobías abandonado.
Gracias por compartir éste viaje, ya te dije el próximo nos lanzamos juntas a la aventura.
que lindas fotos
y el escrito esta bien largo pero me clave leyendo
jejeje
saludos desde durango mexico!!
Estoy leyendo el dia 1 y ya estoy ansiosa por saber todo lo que viviste en tus vacaciones!!! Espero los sig. post
Saludos y 1 abrazo
Erika