Crónica de Un Día Importante.
Despertó muy temprano esa mañana y se sorprendió por haberlo hecho incluso varios minutos antes de que sonara la alarma del despertador.
Lo primero que vino a su mente en cuanto se incorporó de la cama (y se mantuvo presente durante todo el tiempo en su memoria mientras realizaba las primeras actividades del día), estaba relacionado con el hecho de que ese día era su cumpleaños; la vida le había regalado la posibilidad de completar otro ciclo en el que viajó, pisó otros escenarios, compuso nuevas canciones, todo dentro de un ciclo muy intenso que provocó que nuevos sueños, planes y proyectos comenzaran a albergarse en su mente y corazón.
Era una sensación muy extraña, pensaba en todo eso, pero no podía recordar a detalle algo en concreto; así que intentó desprenderse de ese sentimiento y fue a parar -como en algunos momentos del día lo hacia- frente al enorme ventanal que asomaba hacia el exterior de su casa.
Hacer algo tan simple siempre le ayudaba a despejarse. Al otro lado del cristal, la visión de un día cálido y soleado la reconfortó por dentro, pero aún así algo extraño ocurría: la calle se encontraba por completo desierta… Ninguna persona o vehículo había pasado hasta ese momento por la acera de enfrente o por la calle que conducía de su casa a la avenida principal.
Quiso encontrarle una explicación lógica, pensando en que eso se debía tal vez a que era muy temprano. Después de todo, ella misma despertó mucho antes de lo acostumbrado, y con esa idea decidió ir a buscar algo para desayunar.
A pesar de estar consciente de la fecha, aún no tenía contemplado ningún plan que implicara una celebración. Ese día, simplemente tenía muchas ganas de salir a caminar un rato, tal vez ir a nadar por la tarde y posterior a la hora de la comida, darse una vuelta por el estudio para comenzar a trabajar en las maquetas con las que revestiría las últimas canciones que había escrito apenas una semana atrás.
Se entusiasmó con la idea, pero una vez más ese sentimiento tan extraño de los primeros minutos –cuando recién se había levantado- volvió a apoderarse de ella cuando mientras hojeaba el diario matutino y al mismo tiempo sostenía con su mano derecha una taza de café, descubrió que en la parte superior de las hojas del periódico no había impresa ninguna fecha
Luego miró con más detenimiento cada uno de los encabezados y las fotografías que conformaban las notas de ocho columnas y descubrió que no hablaban de nada en concreto. Intentó leer los titulares, y los párrafos parecían estar en un idioma extraño, mientras que las fotografías de todas y cada una de las páginas que pasó (para cerciorarse de que no se trataba de un diario mal impreso), estaban igual que la página principal y simplemente no tenían ni decían nada. Era como si solamente tuvieran letras amontonadas sin ton ni son, sin la menor intención de decir algo.
Darse cuenta de eso la desconcertó, y no supo por qué, pero en ese instante el silencio –que durante todo el tiempo que ella había permanecido ahí prevaleció- se hizo evidente ante ella, y fue entonces cuando cayó en la cuenta de que hasta ese momento ni su padre, ni ninguna otra de las personas a ella cercana (y que por lo regular se reunían con ella en ese punto de la casa para desayunar), había llegado hasta ese momento, y nuevamente volvió a intentar encontrar alguna explicación lógica que justificara tanto silencio imperante en su casa, y optó por creer que todos habían salido mucho más temprano que ella, porque probablemente tuvieron cosas importantes que hacer.
Convencida en absoluto de eso, volvió a tranquilizarse; incluso hasta se sintió de nuevo entusiasmada cuando cayó en la cuenta de que por haber madrugado, tendría un poco más de tiempo disponible y no estaba dispuesta a desaprovecharlo.
Se fue directamente hasta el área de la casa donde años atrás montó con mucha ilusión su propio estudio; lugar en el que más allá de esa función, se había convertido en su refugio y lugar perfecto, porque era donde no sólo tomaba las decisiones más importantes respecto a su carrera, sino que era también el espacio donde tantas veces había soñado despierta o en el que después de volver de un viaje larguísimo, lograba materializar en papel muchas de las frases, notas y acordes que surgieron en un determinado momento en que algo que había visto en un país distante, una charla con alguno de sus amigos o simplemente el haber visualizado algo en la calle, la llevaba a crear una historia que gracias a la ayuda de alguno de los instrumentos de cuerda –de los muchos que dominaba casi desde niña-, terminaba por convertirse en una gran canción.
En cuanto abrió la puerta la recibió la imagen de todas sus guitarras perfectamente bien acomodadas; y no supo porque sintió esa indescriptible emoción que siempre experimentaba al terminar una gira y después de llegar del aeropuerto a casa. Casi siempre, en cuanto dejaba las maletas y se ponía algún atuendo mucho más cómodo, de inmediato se iba al estudio, porque las ganas de trabajar para ponerle sonido a toda la inspiración que recopilaba durante el tiempo que permanecía fuera, siempre era mucho más grande que la necesidad de comer o dormir.
Esa idea se vio reflejada físicamente en la hermosa sonrisa que esbozó y en el brillo que adquirieron sus ojos cuando decidió alzar una de sus guitarras, tomándola por el diapasón para despertarla de un prolongado letargo.
Lo primero que vino a su mente en cuanto se incorporó de la cama (y se mantuvo presente durante todo el tiempo en su memoria mientras realizaba las primeras actividades del día), estaba relacionado con el hecho de que ese día era su cumpleaños; la vida le había regalado la posibilidad de completar otro ciclo en el que viajó, pisó otros escenarios, compuso nuevas canciones, todo dentro de un ciclo muy intenso que provocó que nuevos sueños, planes y proyectos comenzaran a albergarse en su mente y corazón.
Era una sensación muy extraña, pensaba en todo eso, pero no podía recordar a detalle algo en concreto; así que intentó desprenderse de ese sentimiento y fue a parar -como en algunos momentos del día lo hacia- frente al enorme ventanal que asomaba hacia el exterior de su casa.
Hacer algo tan simple siempre le ayudaba a despejarse. Al otro lado del cristal, la visión de un día cálido y soleado la reconfortó por dentro, pero aún así algo extraño ocurría: la calle se encontraba por completo desierta… Ninguna persona o vehículo había pasado hasta ese momento por la acera de enfrente o por la calle que conducía de su casa a la avenida principal.
Quiso encontrarle una explicación lógica, pensando en que eso se debía tal vez a que era muy temprano. Después de todo, ella misma despertó mucho antes de lo acostumbrado, y con esa idea decidió ir a buscar algo para desayunar.
A pesar de estar consciente de la fecha, aún no tenía contemplado ningún plan que implicara una celebración. Ese día, simplemente tenía muchas ganas de salir a caminar un rato, tal vez ir a nadar por la tarde y posterior a la hora de la comida, darse una vuelta por el estudio para comenzar a trabajar en las maquetas con las que revestiría las últimas canciones que había escrito apenas una semana atrás.
Se entusiasmó con la idea, pero una vez más ese sentimiento tan extraño de los primeros minutos –cuando recién se había levantado- volvió a apoderarse de ella cuando mientras hojeaba el diario matutino y al mismo tiempo sostenía con su mano derecha una taza de café, descubrió que en la parte superior de las hojas del periódico no había impresa ninguna fecha
Luego miró con más detenimiento cada uno de los encabezados y las fotografías que conformaban las notas de ocho columnas y descubrió que no hablaban de nada en concreto. Intentó leer los titulares, y los párrafos parecían estar en un idioma extraño, mientras que las fotografías de todas y cada una de las páginas que pasó (para cerciorarse de que no se trataba de un diario mal impreso), estaban igual que la página principal y simplemente no tenían ni decían nada. Era como si solamente tuvieran letras amontonadas sin ton ni son, sin la menor intención de decir algo.
Darse cuenta de eso la desconcertó, y no supo por qué, pero en ese instante el silencio –que durante todo el tiempo que ella había permanecido ahí prevaleció- se hizo evidente ante ella, y fue entonces cuando cayó en la cuenta de que hasta ese momento ni su padre, ni ninguna otra de las personas a ella cercana (y que por lo regular se reunían con ella en ese punto de la casa para desayunar), había llegado hasta ese momento, y nuevamente volvió a intentar encontrar alguna explicación lógica que justificara tanto silencio imperante en su casa, y optó por creer que todos habían salido mucho más temprano que ella, porque probablemente tuvieron cosas importantes que hacer.
Convencida en absoluto de eso, volvió a tranquilizarse; incluso hasta se sintió de nuevo entusiasmada cuando cayó en la cuenta de que por haber madrugado, tendría un poco más de tiempo disponible y no estaba dispuesta a desaprovecharlo.
Se fue directamente hasta el área de la casa donde años atrás montó con mucha ilusión su propio estudio; lugar en el que más allá de esa función, se había convertido en su refugio y lugar perfecto, porque era donde no sólo tomaba las decisiones más importantes respecto a su carrera, sino que era también el espacio donde tantas veces había soñado despierta o en el que después de volver de un viaje larguísimo, lograba materializar en papel muchas de las frases, notas y acordes que surgieron en un determinado momento en que algo que había visto en un país distante, una charla con alguno de sus amigos o simplemente el haber visualizado algo en la calle, la llevaba a crear una historia que gracias a la ayuda de alguno de los instrumentos de cuerda –de los muchos que dominaba casi desde niña-, terminaba por convertirse en una gran canción.
En cuanto abrió la puerta la recibió la imagen de todas sus guitarras perfectamente bien acomodadas; y no supo porque sintió esa indescriptible emoción que siempre experimentaba al terminar una gira y después de llegar del aeropuerto a casa. Casi siempre, en cuanto dejaba las maletas y se ponía algún atuendo mucho más cómodo, de inmediato se iba al estudio, porque las ganas de trabajar para ponerle sonido a toda la inspiración que recopilaba durante el tiempo que permanecía fuera, siempre era mucho más grande que la necesidad de comer o dormir.
Esa idea se vio reflejada físicamente en la hermosa sonrisa que esbozó y en el brillo que adquirieron sus ojos cuando decidió alzar una de sus guitarras, tomándola por el diapasón para despertarla de un prolongado letargo.
Como niño que en plena estantería de una tienda llena de cosas vistosas y nuevas, se inclina por su viejo juguete de siempre en cuanto lo descubre, Soraya se sintió feliz por volver a sentir entre sus brazos su vieja guitarra favorita y palpar con sus dedos cada una de las cuerdas que tal y como si no hubiera pasado el tiempo, le respondieron con notas claras y armoniosas que evidenciaron el sonido “limpio” de un instrumento que ha sido bien cuidado y se encuentra siempre en un estado perfecto de afinación.
La guitarra le respondió como si también la hubiese estado esperando, y así durante varios minutos con la curvatura de la madera apoyada sobre sus jeans, repasó muchos de los acordes que formaban parte de las canciones que la acompañaron durante años y que a pesar de cantar casi a diario, en ese instante las sentía como nuevas y distintas, casi, casi como si hubiera pasado mucho tiempo desde la última vez que las interpretó.
En eso se quedó pensando cuando terminó de cantar la última canción. Con la guitarra todavía entre sus brazos, guardó silencio por unos minutos y fue entonces cuando su mirada tropezó con el atril que sostenía un cuaderno con resorte y de pastas color blanco que de pronto le resultó muy familiar.
Se levantó de la vieja silla donde por largo rato había estado sentada tocando. Devolvió su guitarra favorita a su lugar junto a las otras que alguna vez la acompañaron a alguna de sus giras y se fue directo hacia el atril para tomar el cuaderno.
Regresó con él entre las manos y se sentó –está vez un poco más cómoda ya sin la guitarra- para comenzar a hojearlo.
Las primeras páginas llenas con anotaciones y símbolos de música le revelaron que se trataba de su cuaderno de “Nuevas Composiciones”. Le sorprendió mucho descubrir que de punta a punta, el cuaderno estaba lleno prácticamente en su totalidad y aunque se maravilló con lo que vio en cuanto a figuras musicales, compases de tiempo y letras escritas debajo de las líneas del pentagrama que conformaban una partitura; por más que intentó, no pudo recordar ni un sólo momento pasado en el que ella misma pudiera verse escribiendo todo eso.
Era su música, sí; reconocía también sus letras; pero al mismo tiempo tenía la impresión de que todo eso tan suyo, era desconocido para ella y no le pertenecía. Entonces, guiada por un impuso repentino cerró el cuaderno, y se lo llevó consigo hasta su habitación en el momento en que decidió ir por su bolso (que tenía más “facha” de mochila) porque intempestivamente tuvo urgencia de adelantar de una vez por todas su visita al estudio profesional de grabación.
Como la distancia de su casa ahí no era mucha, llegó en escasos 15 minutos. Entró con paso decidido, con su bolso resguardando sólo las cosas más indispensables y sujetando con firmeza bajo el brazo su cuaderno con las composiciones nuevas.
El estudio funcionaba al igual que todos los días, con la única diferencia de que del mismo modo que había sucedido en casa, por ningún lado se observaba nada de gente. Ella lo notó desde la entrada, pero no quiso darle mucha importancia. Encaminó sus pasos hasta el área donde se situaba la cabina de grabación, pero tampoco encontró a nadie ahí.
Como la consola de audio se hallaba encendida, lo primero que pensó fue que probablemente algún ingeniero de sonido llegaría de un momento a otro, o quizá habían salido todos al área de cafeteria para fumarse un cigarrillo o tomarse un breve descanso.
Durante esos primeros minutos de permanencia ahí se distrajo posando sus manos sobre algunos de los botones de la enorme consola que brillaba como si fuera un ente que tuviera vida propia y la observara iluminando cada uno de sus dedos con tantos focos. De pronto su mirada se encontró al otro lado del cristal con la cabina de grabación, donde también –y para su sorpresa- se hallaban dispuestos todos los instrumentos; entonces no dudo en abrir la puerta que daba acceso a esa área; y ya estando una vez ahí le sorprendió mucho encontrar en las hojas impresas junto al micrófono, una de las partituras que llevaba consigo en el cuaderno; y que obviamente reconoció de inmediato.
A pesar de que para ella no pasó mucho tiempo, se dio cuenta que había perdido por completo la noción del tiempo cuando abandonó las instalaciones de “Hit Factory” –que ese era el nombre del estudio- para descubrir que ya era un poco tarde.
Ya no le dio tiempo de ir a caminar, así que se fue directamente al lugar donde con frecuencia asistía para poder nadar. Estuvo un lapso de tiempo prolongado en la piscina; y aunque disfrutó mucho el tiempo que estuvo ahí (porque logró despejarse y olvidarse de todo), le desconcertó el hecho de volver a percatarse de que tampoco ahí encontró gente, ni mucho menos se cruzó en el camino con nadie, en el trayecto de regreso hacia su casa.
Tenía hambre, pero con tal de no toparse con una cafetería desolada y desierta, prefirió esperarse para comer algo hasta que llegara a su casa. Intentó distraerse de nuevo, pensando en que cosa podría prepararse cuando ya estuviera ahí; y con esa idea en la cabeza, llegó hasta la esquina donde debía doblar para tomar la vereda y entrar ya de lleno al jardín exterior de la casa en que vivía, y fue al llegar hasta ese punto, que le sorprendió mucho percibir el bullicio de música y de gente en el interior.
Le pareció extraño, pero al mismo tiempo sintió mucha alegría porque después de tantas horas en las que prácticamente no vio a ninguna persona, encontrarse con aquello, que a todas luces se veía era una fiesta por su cumpleaños la hizo sentir demasiado contenta y con ganas de entrar lo antes posible.
En cuanto entró, un montón de gente se abalanzó sobre ella para abrazarla y luego de gritar ¡Sorpresa!, ¡Feliz Cumpleaños!... Una vez que logró escabullirse de tantos abrazos y felicitaciones para abrirse paso en medio de toda esa gente que no tenía ni la menor idea de dónde había salido, supuso que de su padre o alguno de sus amigos más cercanos surgió la idea de esa fiesta en la que la gente iba y venía con algún bocadillo o bebida entre las manos y que dificultaba aún más su acceso hacia el área más privada de la casa.
No supo porque, pero de pronto tuvo la certeza que en el pequeño estudio (el mismo donde durante la mañana había estado practicando) encontraría a su gente; así que se dirigió lo más rápido que pudo hacia allí.
No se equivocó; en cuanto abrió la puerta su padre la recibió con un abrazo tan cálido, que la hizo recordar la época cuando varios años atrás y siendo ella todavía una niña, él la llevaba cargando entre sus brazos, cuando tenía miedo y se quedaba dormida en la cama junto a su madre, y él a media madrugada la llevaba así para devolverla hasta su propia habitación.
Como en ese instante cerró los ojos y se dejó envolver por la sensación que le produjo ese recuerdo; no pudo observar quiénes eran las otras personas que se encontraban reunidas allí.
Cuando abrió los ojos de nuevo a la realidad y su padre se hizo a un lado, luego de felicitarla; con su mirada descubrió y reconoció los rostros de sus amigos de siempre, algunos primos y sobrinos que habían venido desde Colombia para estar junto a ella en ese día; pero si a esas alturas ya se sentía bastante emocionada y luego de haber tenido un día medio extraño, la sorpresa más grande se la llevó cuando entre toda esa gente descubrió el rostro de su tía América y también el de Nayibe; de sus abuelas Jamile y Mercedes, quienes al ver que las había descubierto entre ese grupo de personas, la miraban con los ojos enrojecidos por el llanto, mientras por las mejillas les resbalaban lágrimas de felicidad.
Soraya se quedó paralizada.... ¡No podía creerlo!… No tenía ni la menor idea acerca de lo que en realidad estaba pasando, pero si sus dos abuelas y su tía se encontraban allí, por lógica su madre Yamila también debía estar en ese sitio.
Tal y como si hubiese intuido que su hija la llamaba, ella se abrió paso entre los familiares y amigos para reencontrarse a través de un gran abrazo con su hija.
Soraya correspondió a su abrazo y después de darle un beso que le hizo saber la inmensa alegría que le daba que estuviera ahí y al mismo tiempo sirvió para compensar todo ese tiempo en que tanto la necesitó y echó de menos, Soraya ya no pudo verla, pues las lágrimas la cegaron por completo.
A pesar de sólo pudiera percibirla a través de ese abrazo, fue en ese instante que se dio cuenta que a pesar de que el detalle de la “fiesta sorpresa” había sido grandioso, el tener la posibilidad de volver a ver a su madre y recibir ese abrazo que tanto bien le hizo, superaba por mucho a todo y sin duda alguna había sido el mejor regalo de cumpleaños que ella hubiera podido recibir en mucho tiempo.
Cuando abrió los ojos su madre ya no estaba, y todo lo que vivió apenas un instante antes se había esfumado de la misma manera que se diluye un sueño al terminar la madrugada.
Tenía todavía húmedos los ojos, pero por alguna extraña razón no se sentía triste… No sabía como explicarlo, pero era como si en ese abrazo hubiera dejado todo lo que alguna vez la lastimó, le causo tristeza o dolor.
Después que secó sus últimas lágrimas, pudo ver bien por fin el lugar en donde estaba ahora. Se hallaba de pie en medio de un camino muy estrecho que en ambos costados era bordeado por flores y vegetación de todo tipo. Se sentía tan bien que no le hubiera costado nada desear quedarse en ese sitio para siempre; sin embargo, le provocaba una sensación muy agradable percibir tanta paz y luz a su alrededor.
A un lado de la vereda encontró recostada su vieja guitarra. Con una sonrisa dibujada en el rostro se dirigió inmediato hacia ella, y era tanto lo que le llamaba la atención caminar para descubrir ¿Qué había al final de ese camino?, que no dudó en colgarla a su espalda con la cinta que el instrumento llevaba siempre atado con esa finalidad.
Se echó a andar dibujando sus huellas sobre ese suelo de piedra y musgo y se alejó cantando acompañando su voz con el sonido de las cuerdas.
Ahora sabía que no se trataba de un sueño, que todo eso era parte de su realidad, estaba segura de lo que encontraría al final de ese camino, pero no podría regresar ya sobre lo andado para contarlo o compartirlo, puesto que a cada uno de nosotros le tocará en su momento descubrirlo…
Sin embargo, al igual que en vida había tenido la certeza por tantas cosas, todavía mientras cantaba y la música salía de las cuerdas de su guitarra, tuvo la plena convicción de que de que en cualquier lugar donde sonara por lo menos una de sus canciones, o alguien mencionara su nombre, sin importar las fronteras, el tiempo, ni la distancia, ella estaría sin necesidad de hacerse presente en la celebración de un día tan importante en el que de haber estado aquí sería su cumpleaños... Un cumpleaños en el que a pesar de tu ausencia, muchos lo festejamos por ti...
En lo personal, yo quiero enviar un mensaje que llegue hasta donde quiera que te encuentres, para expresarte mi agradecimiento por todo lo que le aportaste y le sigues dando a mi vida, por haber propiciado que la Mejor Amiga que pudiera haber existido me encontrara en el camino, y por ser tú para siempre, mi más grande ejemplo a seguir.
"La vida es como una vela. No importa cuanto tarde en consumirse. Lo que importa es como brilla su flama y si es agradable la fragancia que deja una vez que la vela se ha extinguido".
-Soraya-
Comentarios
Soraya inspira, a mí me pasa, sólo me quedo pensando en ella, escuchando sus canciones y ya me dan ganas de escribir, creo que también le pasa esto a muchos de sus admiradores, mientras la sigamos recordando con estos pequeños gran homenajes su recuerdo quedará intacto, y sé que va a ser así, yo no voy a dejar de hablar, de escribir, de tocar sus canciones nunca, y estoy segura que vos tampoco, además de mantener su recuerdo también podemos lograr que personas que no la conocieron a través de nuestros textos tengan el placer de conocerla y por ende saber más de éste maravilloso ser.
Soraya está conmigo desde el mismo momento que la vi aquella tarde de otoño de 1996, pero la verdad nunca me habría imaginado la manera tan positiva que iba a afectar mi vida, y mucho menos los regalos que me dio sin ella saberlo, por eso es tan grande esta personita, porque dio mucho casi, casi sin darse cuenta.
Estoy pensando en ese lugar donde ella va caminando, yo creo que en ese recorrido ella va propiciando que sucedan cosas especiales, la guitarra en la espalda son las alas que no se ven pero las tiene desde que nació, y su espíritu un valioso tesoro.
Martu: te quiero agradecer por tenerla tan presente, por admirarla, por extrañarla y quererla así como la quiero yo, y porque gracias a ese mismo cariño nos encontramos nosotras, eso fue IMPRESIONANTE –así con acento Uruguayo-. También te quiero agradecer por el post, la verdad que te quedó precioso.
Soraya: gracias por todo lo que me has dado, pero lo más grande fue ese tesorito de amiga que cruzaste en mi camino y adoro con toda el alma. Donde quiera que estés feliz cumpleaños, y no te olvides que por acá se te quiere y extraña muchísimo.
Ahh me acomodé!, pero me hace falta algo, en fin...ya lo tendré conmigo otra vez.
Te dejo más abrazos!
Un saludote desde el parque central!!!
Soraya gracias por lo maravilloso que me has dejado TE QUIERO !!!!
Saludos Martha
saludos
que andes super bien
que bonito escrito
esa historia no me la sabia
:D
sale, me retiro que andes de maravilla
Sin duda la fragancia que ha dejado nuestra Soraya es agradable y permanece dulce en nuestros corazones.
Un abrazo cariñoso Martha, gracias por poner mi dibujo.
pd. Sin duda tenemos que lograr hacer mas encuentros con los amigos fans, se pasan momentos muy acogedores compartiendo un mismo sentimiento. Lo organizaremos!!