Remembranzas Fantasmagóricas (Capítulo XVI).
Una vez más, al llegar las 12 de la noche, el tren dividió la ciudad en 2 partes.
En plena madrugada, mientras la pesada maquinaria hacía retumbar el suelo, justo al pasar por "La Garita de Los Metales", (edificación que en otro tiempo fue parte de la antigua aduana y servía para contar metales antes de su exportación); el ruido sobre las vías que marcaban el camino de acero, podía escucharse hasta el interior de El Museo de La Ex-Aduana.
A pesar de que a esa hora, las calles lucían desiertas y los semáforos continuaban todavía su funcionamiento (aunque no hubiera autos circulando), la soledad oscura que se había apoderado de cada rincón de la ciudad, era la misma que 100 años antes, imperaba en la estación de ferrocarriles de la ciudad de Chihuahua, en plena capital del estado.
Eran los primeros minutos de la madrugada y Margarita despertó justo cuando la parte del tren que albergaba el vagón en el que viajaba, se detuvo de repente.
Después de varias horas de trayecto, el punto donde el ferrocarril se ubicaba era justo a unos cuantos kilómetros de la entrada de la ciudad de Chihuahua, y ella se dio cuenta de eso por los rumores que escapaban de las voces de los centinelas nocturnos, quienes a pesar de la hora hacían su recorrido por los pasillos de cada uno de los vagones, mientras afuera, el resplandor de los "quinqués" que utilizaban los "maquinistas" (mientras realizaban quizá un cambio de vía), le imprimían a la noche, una atmósfera irreal y fantasmagórica.
La espera se prolongó durante algunos minutos, y las imágenes que desfilaban a través del cristal empañado por la humedad y el frío repentino en pleno otoño, parecía estar dando un pequeño adelanto de lo crudo que vendría el invierno.
A esa hora de la madrugada, una vez que el aletargamiento se ha desvanecido, muchas son las cosas que pueden desfilar por la mente, y aunque Margarita se encontraba mirando en dirección hacia la ventana, las verdaderas imágenes que se revelaban ante sus ojos eran como pequeños fragmentos de una de "las vistas" del Ingeniero Toscano o de los Hermanos Alva.
No pudo evitar sonreír cuando se percató de que estaba imaginando su propia vida como si fuera una proyección de ese aparato mágico que tanto la había impresionado... Hacía ya varias horas que en el andén de la ciudad de México le había costado tanto trabajo despedirse de Fernando, pero ella recordaba además de eso, todos y cada uno de los instantes que atrapó junto a él, durante su estadía en la capital del país y quizá la penumbra de la madrugada la hizo experimentar la extraña sensación de que todo había sucedido en un instante, en el lapso de tiempo en que sus ojos se cerraron al llegar la noche, para luego volver a abrirse de repente ante esa realidad.
Afuera llovía, y las intermitentes descargas eléctricas que en lo lejano de la serranía convertían por un instante la madrugada en día (al iluminarlo todo por un microsegundo); le trajeron de golpe el recuerdo de su infancia, y aún en la oscuridad pudo ser capaz de percibir la imagen de ella misma en el asiento de enfrente, cuando apenas era una niña de 5 años y viajaba con sus padres a la capital del estado para visitar a sus abuelos.
En ese entonces ella estaba convencida de que el tren viajaba siempre "al revés"... Y de hecho, muchas veces se lo preguntó a su padre.
Recordó también que en noches de tormenta como esa, mientras viajaban, el miedo la invadía y no podía ser capaz de conciliar el sueño si su padre o ese duende azul (que sólo ella podía ver y muchas veces fue parte de sus juegos), no se quedaban junto a ella desenredándole los cabellos hasta que se dormía.
Muchos años transcurrieron desde entonces, Margarita ahora ya era una mujer que a la par de estar experimentando cosas nuevas (que de haberlas comentado con su madre habrían tenido como consecuencia una severa reprimenda y la consigna de buscar al sacerdote de la familia para confesarse); bajo esa atmósfera que en otro tiempo la hubiese atemorizado, analizó su vida, hasa ese momento presente y aunque a pesar de las severas limitantes para una señorita de su clase, se dio cuenta que de alguna manera o de otra, ella siempre se las había ingeniado para sentirse libre.
Su manera de pensar y de percibir la vida siempre había sido distinta a la de las mujeres de su edad, Margarita sabía muy bien lo que quería para su futuro y aunque tenía muy bien puestos los pies sobre la tierra, se dio cuenta que en muchos aspectos siempre seguiría siendo una niña y se sintió feliz por eso, porque supo que mientras fuera así, tendría siempre la capacidad para ver las cosas desde otra perspectiva.
Un nuevo relámpago propició que la imagen de esa niña pequeña se desvaneciera nuevamente, y en su lugar apareció de nuevo en el asiento de enfrente, el maletín con la cámara que Fernando le había regalado un par de días antes... Margarita no pudo evitar sonreír, pues su mente iba ya de camino a rememorar un poco todo cuanto ocurrió en las últimas semanas, pero de pronto, la voz y la sensación de una mano que se colocó de súbito sobre su hombro, no sólo la hizo volver a la realidad de golpe, sino que además logró asustarla.
El susto se desvaneció pronto, pues se trataba de la muchacha de la servidumbre que la acompañaba como "dama de compañía" en ese viaje, y quien aprovechando que estaba despierta y que era muy probable que el tren permaneciera ahí varado por una buena cantidad de tiempo, quiso aprovechar para entregarle un sobre que le había llegado estando todavía en la ciudad de México y que por una cosa o por otra, no había podido poner en sus manos.
A pesar de la espesura de la oscuridad, Margarita reconoció la caligrafía plasmada ahí. Era la de su amiga Verónica, quien al parecer le había hecho llegar la carta directamente a casa de El General Díaz, aprovechando que su notario era el mismo que atendía los asuntos en el despacho presidencial.
La forma como había llegado hasta sus manos era lo de menos. Al reconocer su nombre escrito con la letra tan peculiar de su mejor amiga, Margarita se sintió feliz, porque aunque no tuviera idea todavía de lo que la carta contenía, el simple hecho de que Verónica se hubiera tomado el tiempo para escribirle, era algo que le hacía saber que a pesar de ese extraño comportamiento (que en los últimos meses las mantuvo distanciadas); la amistad había podido más que cualquier cosa y tal vez ahora buscaba un nuevo acercamiento.
No estaba en casa y no tenía un abrecartas al alcance de su mano, pero eso no iba a ser impedimento para que ansiosa, tratara de averiguar en ese mismo momento lo que Verónica tal vez quería decirle, por lo que se dispuso a romper en ese mismo instante la orilla del sobre para sacar la carta que contenía en su interior.
En eso estaba precisamente, cuando uno de los empleados que atendían los coches dormitorios, golpeó la puerta con sutileza, solicitando permiso para entrar.
Margarita hizo el sobre a un lado, le pidió unos minutos a la persona que llamaba (en lo que ambas mujeres se colocaban una prenda arriba del largo camisón de dormir), y una vez que hicieron esto, el hombre entró por fin y la luz de la lámpara de noche, más la tenue iluminación de la que el llevaba en la mano, no lo despojó de esa atmósfera espectral.
-¿La señorita Margarita Alcaraz?, ¿Es usted la prometida del Dr. Iturrigaray?-
-Sí, así es, soy yo. Dígame ¿en qué puedo servirle?-
-Como ya se habrá dado cuenta, el tren va a permanecer varado durante algunas horas. Recibimos una notificación de que hay una vía en mal estado casi entrando a la estación de la ciudad de Chihuahua y por el mal tiempo es muy probable que no pueda ser reparada hasta mañana.
Sabemos que usted trae por encargo del Dr. Iturrigaray unos medicamentos para el dispensario médico de la sierra ¿no es así?-
-Así es, el Dr. Iturrigaray me encargó entregarlos a primera hora a una persona que va a ir a buscarme hasta la hacienda de mi familia.-
-Estamos al tanto de las instrucciones del Doctor, pero el percance de las vías retrasa todo y es de vital importancia que esas medicinas sean entregadas a tiempo.-
-¿Puede ir directo al grano oficial?-
-Disculpe señorita... Tiene usted razón. Esas medicinas todavía van a recorrer mucho camino después de que usted las entregue y como el tren va a permanecer durante varias horas aquí varado, lo que queremos proponerle es que usted venga con nosotros, para llevarla a una de las cabañas de una de las familias que tienen amistad con su prometido para que pase la noche ahí y mañana mismo el medicamento parta hacia donde tiene que llegar, es más fácil para nosotros y más rápido poder enviarlo desde ese lugar, que si esperamos hasta que se resuelva este percance con el tren, y arriesgarnos a perder todavía un día más.-
Margarita guardó silencio un momento. El oficial, inmutable, permanecía expectante por una respuesta suya y aunque aquello era inusual, la idea de que aquellas medicinas estaban destinadas a personas de escasos recursos que de otra manera no tenían acceso a atención médica, aceptó, confiando también en que al parecer el oficial conocía muy bien a Fernando, su futuro marido.
- Está bien oficial, deme unos minutos... Aguarde afuera mientras me visto y estoy lista.-
Al escuchar esto, la muchacha de la servidumbre la tomó por el brazo, mientras en su rostro se dibujaba una expresión que era una mezcla de incredulidad y miedo. Pues ninguna mujer en su sano juicio se atrevería a viajar en carruaje sola y de noche.
- No te preocupes Micaela, todo está en orden. Este hombre es un oficial y conoce muy bien a Fernando. Yo iré a entregar esas medicinas y te veré por la mañana en la hacienda de mis abuelos. Así que no te preocupes por mi, tenemos que entregar esto lo antes posible, serán sólo unas cuantas horas y mi mamá no tiene porque enterarse de esto.-
Unos minutos después, con el paquete de medicinas y la carta de su mejor amiga resguardadas adentro de su bolso, al pie de la puerta del vagón, Margarita se encontró con un carruaje que ya estaba aguardándola.
Afuera hacía mucho frío y no tenía miedo de viajar sola. Sabía que estaba haciendo lo correcto y le inspiró todavía más confianza ver que había varios oficiales montados a caballo y que en apariencia parecía que escoltarían el coche durante su trayecto.
Subió a la carreta auxiliada por uno de ellos y el coche emprendió su marcha. A pesar de que la lluvia había arreciado y los truenos y descargas eléctricas tan frecuentes hacían prácticamente imposible la visibilidad desde la ventana del carruaje, no pudo hacer otra cosa más que recargarse en el asiento, envolverse con el chal que la protegía del frío de la noche, para tratar de dormitar lo más que se pudiera, pues no sabía que tan largo o cuánto tiempo le llevaría llegar hasta la cabaña de los amigos de Fernando.
En otras circunstancias, habría permanecido despierta, pero entre el vaivén del vehículo tirado por caballos y las voces exteriores de los oficiales que la iban escoltando, el ruido de la lluvia que arreciaba golpeando sobre el techo, terminaron por sumarse al cansancio que ya tenía acumulado por las horas previas del viaje en tren y Margarita se quedó profundamente dormida.
No supo cuánto tiempo pasó, pero cuando despertó la lluvia había cesado. En el exterior, la oscuridad seguía siendo densa, y de pronto le intranquilizó tanto silencio y percatarse, al correr la cortina del carruaje, que en el exterior no había ya ninguno de los oficiales que durante la primer parte del viaje le habían estado escoltando.
Algo no estaba bien, su sexto sentido propició que se pusiera en alerta y que su corazón comenzara a latir más rápido de lo normal. Quiso abrir la portezuela para salir al exterior y entonces se dio cuenta que esta estaba atrancada...
Ahí fue cuando se dio cuenta que algo malo estaba sucediendo y tuvo mucho miedo, le pasaron por la cabeza todos los relatos espeluznantes que su madre y sus amigas leían en los diarios sobre los asaltos y asesinatos en caminos rurales, y apenas estaba pensando como intentar abrir la puerta de ese vehículo para poder salir, cuando la portezuela se abrió de pronto y la noche le reveló la silueta de varios hombres que se alejaron cuando uno de ellos les hizo una seña con el brazo que parecía indicar que a pesar de que su presencia ahí ya no era necesaria, se mantuvieran alertas.
El miedo se apoderó por completo de Margarita, cuando aún en la penumbra vio como aquel hombre se metió al carruaje, cerró la puerta, para luego correr la cortina.
Evidentemente sus intenciones hacia ella no eran nada buenas, y mientras pensaba en qué podía hacer para defenderse, lo único que pudo hacer fue arrinconarse en el fondo del asiento del carruaje.
Con todo el cinismo del mundo, el hombre encendió la lámpara de queroseno que llevaba en una de las manos, (total, llevaba cubierta hasta la parte inferior de los ojos el rostro) y no corría ningún riesgo de ser descubierto.
Margarita no necesitó verle el rostro para adivinar que su expresión bajo la tela del paliacate que lo cubría era lascivia y burlona, que de pronto se transformó en sorpresa cuando ella, sin asomo de duda lo llamó por su nombre.
-Anselmo... Siempre supe que no eras una buena persona, pero nunca me imaginé que tu maldad pudiera llegar a tanto.-
Aunque al principio aquel hombre se desconcertó por haber sido descubierto sin ni siquiera haber pronunciado palabra alguna, pasados algunos minutos y sintiéndose dueño de la situación por el hecho de estar armado, encontró bajo aquella circunstancia algo todavía más excitante, pues aunque su plan original era perpetrar su venganza en un cobarde anonimato (haciendo parecer que todo aquello había sido como uno de los muchos asaltos que con frecuencia sucedían a quienes se arriesgaban a viajar de noche); al haberlo reconocido, las cosas cambiaban y pensándolo bien sería mucho más divertido para él vivir con la eterna satisfacción de que Margarita y Fernando tendrían que vivir para siempre con el recuerdo y el daño irreversible de todo lo que en esa noche estaba por suceder... Sin duda alguna, la venganza perfecta.
Parecía otro, sus ojos estaban desbordados por el odio, sentimiento negativo que se reflejaba en cada una de sus palabras con las que le confesó que desde siempre había odiado a Fernando.
Años de disimular tanto resentimiento, no sólo por ver que el joven que durante años lo consideró a él, casi como si fuera su hermano, se había ido apoderando sin quererlo de todo lo que él había querido alcanzar.
A ella la llamó "hipócrita", pues según Anselmo, en todo ese tiempo lo único que Margarita hizo fue jugar con sus sentimientos. Le echó en cara que a pesar de que ella sabía que desde niños él se había enamorado de ella, Margarita sólo se limitó a sacar ventaja de eso, para luego arrojarse a los brazos de Fernando.
-De verdad es una sorpresa que te hayas dado cuenta que era yo Margarita, pero supongo que es simplemente que me conoces demasiado... Pero, me parece que esa es una circunstancia afortunada y no es del todo mala, si tomamos en cuenta que "tu adorado prometido" no es tan perfecto y correcto como todo mundo piensa...-
La ironía con la que Anselmo expresó estas últimas palabras, sembró el veneno de la duda en Margarita. No sabía bien a ciencia cierta a que se refería, pero inteligentemente pensó que sin importar que de lo que fuera enterarse le iba a partir el corazón, la prioridad en ese instante era tratar de salvar su vida, y si lograba que Anselmo hablara, tal vez conseguiría ganar un poco más de tiempo.
Margarita estaba aterrada, no tenía ya forma de escaparse y le parecía repulsiva la manera en la que Anselmo se regocijaba con el miedo que a ella le producía que hubiera empezado a recorrerla con el cañón de la pistola mientras le confesaba al oído toda la serie de atrocidades que había cometido y que gracias al dinero de su padre, logró ocultar y mantener comprado su estatus de joven honorable y de buena familia.
Así fue como se enteró de que él no era sólo el padre del bebé que Fernando y Margarita ayudaron a llegar al mundo, cuando encontraron a aquella mujer que vivía en condiciones infrahumanas oculta en el interior de un granero abandonado de camino a Mesilla, por la zona de La Unión (en Nuevo México); Anselmo era el responsable de tantos años de sufrimiento y cautiverio y "su diversión" -tal como él mismo lo catalogó- había terminado el día en que ellos dos se entrometieron.
Anselmo era un monstruo... El haberse enriquecido robando ganado a familias acaudaladas, era cosa de nada, comparado con las cosas que había sido capaz de hacer a todos aquellos quienes se interpusieron en sus planes.
Margarita ya no tenía escapatoria, y supo entonces que si cooperaba con él, tal vez le haría menos daño y toda esa experiencia tan traumática podría pasar más rápido. Estaba aterrorizada y le ofreció no oponer resistencia si no la lastimaba. De donde pudo sacó valor para comportarse como una mujer que de verdad lo amaba y fue como logró que dejara a un lado el arma.
Sin embargo, la repulsión que sentía y a pesar de que ya no la estaba lastimando, lo que le dolió más fue escuchar toda la serie de cosas que le revelaron a un Fernando muy distinto del que ella se había enamorado.
A pesar de que algo en su interior le hacía saber que todo aquello que escuchaba era producto del odio y la envidia por parte de Anselmo hacia Fernando, ella cayó en la cuenta de que en realidad era cierto, ella no sabía nada de su prometido y lo conocía sólo a través del poco tiempo que llevaban conviviendo... Pero eso no importaba ahora, las posibilidades de sobrevivir que tenía eran pocas, pero en esencia estaría muerta ya en vida, después de todo lo que había sucedido en esa noche y aunque Margarita no hubiera querido llevar las cosas tan lejos, era la única alternativa que tenía para salir lo menos lastimada.
Espero a que Anselmo estuviera demasiado confiado como para apagar la luz, y a tientas, ella logró alcanzar la pistola. Una vez que la tuvo en la mano, y justo cuando Anselmo estaba a punto de consumar su venganza, con toda la fuerza que fue capaz de reunir, le propinó un golpe en la espalda con el arma.
Fue la única manera que tuvo para lograr quitárselo de encima, y estando ya lo suficientemente alejada de él, empezó a vaciar la carga de la pistola sin importar que la oscuridad no le permitiera tener la visibilidad necesaria para saber si había acertado o no.
Después de eso, todo sucedió muy rápido, En la oscuridad sus sentidos se agudizaron y la adrenalina la llevó a abrir la puerta con gran rapidez. Sabía que afuera estaría alguien custodiando y en cuanto abrió la puerta, lo único que se le ocurrió hacer fue arrojarle la pistola ya descargada directamente a la cara.
No sabía si había matado a Anselmo, y el tiempo que el hombre de la puerta tardó en recuperarse del golpe de la pistola, Margarita lo utilizó para salir corriendo, aprovechando que el resto de los hombres de Anselmo se hayaban distraidos en el extremo opuesto de la carreta.
En su vertiginosa huida, su bolso cayó al suelo y todas las cosas que contenían -incluida la carta de Verónica- quedaron desperdigadas a pocos metros de una de las ruedas del vehículo.
A pesar de que iba descalza y con el vestido hecho girones, el instinto de supervivencia la llevó a correr lo más rápido que pudo, para internarse en el fondo del bosque y tratar de perderse así entre la niebla de la madrugada, mientras a pocos metros escuchaba el sonido de hombres a caballo que seguramente iban ya tras ella...
Continuará...
Comentarios
Además este fue un capítulo donde no se pudo revelar nada ay la ansiedad me mata!, porque no supimos que hizo Fernando, y si Margarita perdió definitivamente la carta tampoco vamos a saber que revelaba Verónica en ella, que para mi por ser un personaje misterios es uno de los más importante y ella será la encargada de dejar todo al descubierto, aunque se nos caiga la buena imagen que tiene Verónica.
Ahora más que nunca a esperar que sigue, ahora más que nunca tengo que amarrar la ansiedad para esperar sin preguntar nada, chin! En lo mejor del a historia dice continuará…le estoy agarrando rencor a ese continuará…porque no me permite a pesar de mi imaginación intentar saber que puede pasar.
Pero el misterio también hace más apasionante las historias y en esta no es la excepción, así que a esperar tranquila y ver de que manera me sorprendo.
Gracias por un capítulo más, me entretuve un rato mientras sigo las instrucciones del médico y me mantengo en reposo.
Gracias por eso, porque por un rato pude olvidarme de lo que me esta afectando y tanto me molesta.
Te dejo un abrazo!