Pesadilla con los ojos abiertos...
Lunes de nuevo, hoy empecé la semana bien, lo cual me ayudó para arrancar bien el día, pero hace rato me enteré que está secuestrado un muchacho que no es mi amigo, pero al que conozco por cuestiones de mi trabajo en la revista, y una vez más vuelvo a pensar en la vulnerabilidad de las cosas y de la vida en sí.
Yo no he hablado casi de eso en el blog, porque todo eso trato de mantenerlo al margen de este espacio. A pesar de que a una persona de mi familia ya le tocó vivir en carne propia todo esto; aún así trato de no pensar en eso, pero hoy, con esto que pasó no puedo hacerlo, no puedo dejarlo de lado y siento la necesidad de comentarlo, porque al igual que todas las personas que nacimos y hemos vivido toda nuestra vida aquí en Cd. Juárez, estoy preocupada, me siento confundida y un tanto desesperanzada y decepcionada (no de Dios); si no de las personas que se supone deberían salvaguardar el orden y la seguridad de todos los que formamos parte de esta comunidad fronteriza, porque se "supone" que ese es su trabajo ¿no?
Yo amo mi ciudad y todas las cosas buenas y malas que forman parte de su historia, pero me entristece mucho verla convertida en una tierra sin ley, y en la que aún estando dentro de tu casa, tienes miedo que alguien llegue y se meta y atente contra tu vida.
No sólo la gente que ha sufrido "levantones", a la que han asaltado, los que han sido víctimas de "Car Jacking", los que han visto la quiebra de sus negocios (si tuvieron suerte de mantenerlo abierto durante unos meses sin que llegaran a incendiarlo), tan sólo por no querer pagar "la cuota"... No sólo todos ellos son quienes se han convertido en víctimas, también lo somos todos los que salimos a diario a trabajar, y nos preocupamos y nos estresamos porque de camino a nuestras actividades de todos los días, nos tocó ver alguna ejecución, o peor aún, nos llega la noticia de que a alguna persona muy cercana o que conocemos ya le pasó algo.
Es entonces cuando es inevitable no pensar en que a pesar de que tú vives al día y que las poquitas cosas que tienes son producto de tu trabajo y muchas de ellas todavía las estás pagando, ni así te salvas y la siguiente vez te puede tocar a ti...
Como ciudadana pienso: ¿En que se puede hacer para acabar de una vez por todas con esta pesadilla que estamos viviendo con los ojos abiertos?...
Pienso en que la ciudad en la que están creciendo mis sobrinos es muy distinta a la que yo conocí de niña -y para nada me gusta eso-... Pienso en que cualquier persona que tome la alcaldía de la ciudad, la gobernatura del estado o la presidencia de la república, poco o nada puede hacer, porque el crimen organizado se ha convertido en un monstruo gigante de 7 cabezas....
Veo como cada vez hay más negocios con la cortina de metal abajo, indicando que están cerrados, casas vacías con el letrero de "Se Vende"; la calle de un fraccionamiento enrejada de extremo a extremo en lo que antes era ¡plena vía pública!, a la vuelta de la oficina donde yo trabajo, un auto atado por una de las llantas (con una cadena larga) a una columna de la casa (donde supongo vive el dueño); las tiendas de abarrotes como la que hay en mi barrio, enrejadas por completo como si fueran cárceles por encima del mostrador; sonidos de alarmas a toda hora del día; oficinas y empresas maquiladoras donde ya no se te permite el acceso si no te identificaste antes y solicitaste una autorización para entrar desde 1 ó 2 días previos; y entonces me pregunto: ¿Ahora que más sigue?, ¿Puede haber algo peor que esto?, ¿Tendrá final esta situación algún día?, ¿cómo le hago para atenuar esta sensación de desánimo?, ¿para dejar de ser yo la que se siente encarcelada estando en libertad?
Dios quiera que las personas que tienen privado de su libertad a este muchacho, tengan algún momento de sensatez, para que la vida con la que pretenden negociar (tal como si fuera una simple mercancía); se mantenga intacta y pronto pueda volver a reunirse con su familia.
Donde quiera que este muchacho se encuentre, ojalá que esté bien, que Dios permanezca con él en su alma todo el tiempo, que no le permita sentirse solo, y que confíe en que esta es una pesadilla de la que todos nosotros, junto con él, pronto vamos a poder despertar.
Ojalá que así sea.... Dios quiera...
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