50 Días (Día 42).
Volví a ver hoy otra vez por la mañana, a la chica del tatuaje del símbolo y el ave. Esta vez iba sentada junto a una de las ventanillas de emergencia del camión, y su mano reposaba sobre un bolso de color rojo, con la textura similar a la de la piel de un cocodrilo.
Estando yo, mucho más cerca, descubrí que el ave que llevaba tatuada sobre el brazo, era en realidad un colibrí extrayendo el néctar de una flor, y no atrapada en el pico (como me pareció a mi en la primera impresión del otro día).
Si uno de mis múltiples y más grandes defectos no fuera pasarme de respetuosa y guardar mucho la distancia para no ser imprudente; le habría pedido que me contara la historia de ese dibujo que lleva trazado de modo permanente adentro de su piel.
La próxima vez... Si es que hay próxima, yo creo que la prudencia y el respeto se van a ir al demonio, y estoy pensando en que mi cámara, a partir de mañana, va a empezar a viajar de modo permanente adentro de mi mochila -Por si las "Flays"-
Por lo pronto, la lección asimilada en este día habla de que en cada cosa hay una historia que puede contarse, y también de que tan sólo con un poco de cercanía, puede cambiar por completo la percepción de algo o de las cosas.
Termino el día en silencio otra vez...
Comentarios
Yo que vos voy y le pregunto, son de esos impulsos locos y lindos que le llamo yo.
Yo nunca he visto un Colibrí en vivo y en directo y me imagino que si me tocara ver uno así como a ti, me parecería algo mágico también.
Es una especie muy hermosa y la persona que te dijo eso debe de tener gran parte de razón en eso que afirma. Yo lo vi en un tatuaje padrísimo y me pareció una señal (sabes que yo creo mucho en eso).
Si me vuelvo a encontrar a esa chava, seguramente haré ese impulso loco también.