Una carta que se va de viaje (2da. Parte).


Esta es la segunda parte de un post que forma parte de un experimento que puse en marcha hace apenas unos cuantos días atrás. Sin embargo, siento, que para quienes no visitan tan seguido el blog y por cuestiones de casualidad, destino o alineación de las estrellas, etc, etc... pudieran llegar hasta este espacio, (justo a través de este post), hay que contar como estuvo la película desde el principio...

Aún así, para no hacer perder el tiempo a quienes si me leen y ya "comen ansias" por saber lo que pasó y cómo me fue con  todo este asunto, intentaré ser breve.

La historia de estas 5 Cartas se remonta a hace 2 años atrás. Todas son copia de una sola que fue la que dio origen a esta idea... Si quieren conocerla a detalle, simplemente den un click AQUÍ... 

¿Ya lo hicieron? Ok, ahora si puedo continuar... 

Pues bueno, volviendo al presente, la intención era aprovechar este viaje reciente para poner en marcha un proyecto que también surgió hace mucho. En un principio, el objetivo era dejar algunas de estas cartas en varios puntos estratégicos del camino por carretera, pero yo no contaba con que el camión realiza estadías muy breves en las diferentes terminales, áreas de acenso y descenso de pasajeros, así como en áreas de descanso.

El caso es que una vez más el plan original se modificó y el inicio del experimento fue en Veracruz y esto fue lo que sucedió... ¿Me acompañan a verlo?

Carta No.1


La primer carta fue liberada en un restaurant de la zona centro de este maravilloso puerto y fue destinada para el mesero que ahí atendía. La idea de llevar a cabo en ese sitio la primer fase de este experimento no fue mía, sino de un "cómplice" a quien yo ya le había comentado lo que planeaba hacer días antes de llegar a esa ciudad, y se entusiasmó tanto con la idea, que una vez estando en ese sitio, sugirió de manera espontánea que fuera ahí donde arrancara la entrega.

Como todos ustedes saben, mi intención era realizar el primer video blog para este sitio, y aunque no quedó como tal, esto fue lo que grabamos previo a regalar la primer carta.


El mesero, (quien era un muchacho joven y muy amable), ni idea tenía de lo que estábamos planeando, y lo interesante del asunto fue que a mi "cómplice" se le ocurrió que para ponerle un poco más de emoción al asunto, había que escribir algo en el exterior del sobre. Fue entonces cuando me pidió una pluma y entre sorbo y sorbo de agua de sabor, agarró uno de los cinco sobres extendidos sobre la mesa y empezó a escribir un texto que decía: "Porque a veces necesitamos algo de magia que rompa con la rutina... ¡Que tengas buen día!"...

El momento que elegimos para entregar ese primer sobre ya listo, fue posterior a que pagamos la cuenta y nos entregaron el cambio y un paquete de comida para llevar. El mesero se fue y nosotros nos salimos dejando encima de la mesa, (dentro de la charolita donde se colocan las notas y el dinero por el pago de la cuenta), la primer carta cubriendo la propina por el servicio.

Todo fue muy rápido y puedo decir que la sensación de colocar ahí el sobre, para de inmediato salir del restaurant, fue similar a cuando eres un niño y realizas una travesura cuidando de que nadie te descubra. La verdad era que teníamos mucha curiosidad por conocer la reacción del joven mesero al volver y encontrarse con su carta, y eso fue lo que propició que sin alejarnos mucho, nos regresáramos, para volver a pasar por la acera exterior del restaurante para averiguar cuál había sido su reacción.

Fue muy poco tiempo, y aunque la entrada de ese establecimiento de comida era abierta por completo; no pudimos grabar, pero lo que yo alcancé a ver cuando estuvimos justo afuera, fue la imagen del muchacho con la carta en la mano, mostrándosela emocionado a su compañera de trabajo que estaba a cargo de la caja registradora, con expresión de alegría y como diciendo: "mira lo que me dejaron además de la propina"... 

Estamos tan desacostumbrados a este tipo de detalles, que no me extrañaría que en un principio ese muchacho hubiera creído que la intención de la carta era el "ligue", pero supongo que si la leyó de inmediato (y casi doy por hecho que así fue); al hacerlo se haya dado cuenta de que nuestra única y real intención fue robarle una sonrisa y hacer de su día algo diferente... Espero que de verdad haya sido así.

Carta No.2


No pasó mucho tiempo, y el segundo punto de nuestro recorrido fue muy cerca del sitio donde dejamos la primer carta; específicamente hablando en La Catedral de Veracruz. 

Desde un inicio (hace ya varios años), yo siempre visualicé que uno de los lugares perfectos para llevar a cabo este plan tan inusual, sería una iglesia; y aunque uno casi, casi visualiza como será ese momento, debo decir que la realidad superó por mucho lo que yo imaginé...



La verdad fue muy lindo estar ahí en silencio e intentar que fuera la intuición la que marcara el destino de esa carta. Yo tenía en mente dejarla en alguna de las bancas cercanas al altar, pero por la hora del día la mayor concentración de gente que a esa hora visitaba ese recinto religioso, se hallaba en la pequeña capilla contigua al templo. Fue entonces cuando los reclinatorios cercanos a un altar de la virgen se convirtieron en el lugar prefecto para colocar la segunda carta.


A pesar de que había dos personas en los reclinatorios, tras esperar algunos minutos, no sucedió absolutamente nada. La carta seguía ahí en el único espacio vacío disponible junto a ese altar. Los dos jóvenes que oraban en ese punto de la Catedral, a pesar de que vieron cuando yo coloqué el sobre en el borde del reclinatorio, no le prestaron mayor atención.

 
Otro muchacho que paseaba de un extremo a otro del pasillo principal de la iglesia, en un intento por arrullar a su bebé, nos miraba con cierto desconcierto; porque insisto, no es común que alguien haga este tipo de cosas, pero ni siquiera eso logró desalentarnos y con toda la ilusión del mundo seguimos adelante con el plan.


No cabe duda que "uno propone y Dios dispone"... Y digo esto porque desde el instante mismo en que yo contemplé como posibilidad que una iglesia fuera uno de los sitios elegidos para dejar una de esas 5 cartas, siempre tuve en mente el hecho de que más allá de la religión, un templo siempre es un sitio donde la gente abre su corazón y su alma en busca de una respuesta... Yo misma he sido una de esas tantas personas; y que mejor que un trozo de papel envuelto en un sobre, pudiera representar la señal que alguien, -cualquier persona- puede estar buscando, o quizá la palabra exacta que en ese momento pueda necesitar para su vida.

...De verdad, con todo mi corazón yo quería que sucediera eso, pero llevábamos ya varios minutos ahi y el sobre seguía abandonado. Ya estaba a punto de convencerme de que nadie lo llevaría consigo, y fui y me senté al lado de mi "cómplice", para con un simple apretón de manos, agradecerle que fuera parte de esa idea tan loca y estuviera conmigo justo en ese lugar, en el que desde la primera vez que estuve en Veracruz, yo quería volver y que me acompañara.

Creo que ahí fue donde se dio la magia, porque sin necesidad alguna de palabras, el lenguaje de las miradas nos reveló que en una de las bancas del costado, estaba una muchacha joven que lloraba mientras intentaba orar.

No sé como explicarlo, pero supimos que no fue precisamente que nadie quisiera llevarse la carta, era simplemente que ¡le tocaba a ella!... Con una sonrisa de complicidad rescaté la carta del reclinatorio, para luego acercarme a la chica.

Por respeto a ella no grabamos ni tomamos ninguna fotografía... Yo estaba tan nerviosa y todo fue tan rápido que lo único que recuerdo fue que una vez que estuve frente a ella (yo de pie y ella sentada aún en la banca frente al altar principal), la saludé con un simple: "Hola", para luego preguntarle que si podía regalarle algo.

A pesar de que aún tenía los ojos irritados como consecuencia de haber llorado, con una sonrisa me dijo que sí y tomó el sobre. la verdad no sabía que más decirle y lo único que se me ocurrió pronunciar antes de irme fue: "Ojalá ahí encuentres algo de lo que necesitas".

Ella me dio las gracias, y de inmediato nos salimos de la iglesia... Más allá de la sensación tan bonita que nos quedó en el alma tras haber hecho eso, fue ahí donde nos cayó el veinte de que no éramos nosotros quienes elegíamos a las personas para regalarles una carta, eran estas quienes llegaban justo a quien deberían llegar...


Más que saber, la verdadera certeza de "sentir" eso, fue reconfirmada durante los minutos siguientes, cuando luego de vagar y dar varias vueltas en las inmediaciones de la Catedral, intentamos encontrar alguien que nos inspirara para regalarle una carta... La verdad no encontramos a nadie, pero valió la pena volver al mismo punto, ya que en una de esas tantas vueltas, descubrimos que la chica a quien le entregamos la segunda carta, trabajaba atendiendo uno de los puestos ambulantes de la plaza (donde venden collares, rosarios y todas esas cosas); y aunque no supimos si leyó o no la carta, la expresión que tenía en su rostro ya era muy distinta.

 Carta No. 3 


No quiero ya hacer más largo este escrito, y tan sólo me limitaré a decir que la tercer carta fue entregada a una chica a bordo de un camión colectivo de transporte. Ella fue la única que nos inspiró para regalarle el tercer sobre, pues luego de lo que sucedió con la muchacha en la iglesia, fuimos más cuidadosos y dejamos que la intuición nos guiara; pero ese día ni en los subsecuentes sucedió nada.

La Carta No. 4 se quedó en poder de mi "Cómplice", con la promesa de que me contará cuando ese mismo impulso espontáneo le lleve a entregarla a quien por destino o misión de vida esté destinada.
La No. 5 volvió a Ciudad Juárez conmigo con el sobre ya un poco maltrecho, pero intacta en el deseo de llegar justo a quien la necesite.

... Lo más probable es que esta historia continúe, pero mientras eso sucede, en esta noche lluviosa, mientras yo escribo para ustedes esto, me gusta pensar en la idea de que pasó tanto tiempo entre que esas cartas fueron preparadas con tanto amor y permanecieron en mi casa, para luego viajar tantos kilómetros por carretera, en la oscuridad de mi mochila.

Siempre dije que una vez que las entregara, sería interesante averiguar que haría cada una de esas personas con su carta... Entre el infinito abanico de posibilidades estaba la idea de que tal vez alguna de esas personas la compartiría con alguien... Otro quizá la botaría directo en el cesto de la basura... (Digo... Todo es probable); pero lo que jamás pensé y ni en mis sueños más descabellados hubiese imaginado, estaba el hecho de que en un día caluroso de Julio, y en una ciudad lejana que no era la mía, una de esas cartas en mis manos sería el instrumento para regalarle un trocito de fe y darle una respuesta a alguien quien de verdad lo necesitaba.

Gracias por eso, y gracias a TI por la complicidad...

Aquí termino de contarles, pero todavía quedan dos cartas... Seguro esto no es el final... 

Comentarios

Entradas populares