Migración desde la Tercera Persona del Singular (PARTE III)
Por lo que me contó, todo ese tiempo que estuvo ausente de las redes fue porque permaneció como en una especie de Centro de detención para migrantes, pero por compañeros de travesía se había enterado que estar ahí durante ese tiempo era conveniente, ya que pasado ese lapso de tiempo se podía aplicar por razones humanitarias para que el gobierno mexicano les diera una especie de credencial que como extranjeros les permitía no sólo adentrarse al resto del territorio nacional, sino también permanecer durante todo un año dentro del país.
A pesar de que obtener ese permiso (que físicamente parecía una credencial del INE), no era tarea nada fácil y las filas para realizar el trámite eran inmensas, la suerte, los dioses, los astros, Dios o quien haya sido favoreció a Ligia y ella logró obtener ese permiso. Ya con luz verde para poder transitar por México, el abanico de opciones para ella se amplió, porque podía no sólo continuar su travesía hacia Estados Unidos, sino también quedarse en México a trabajar o decidir por cual frontera cruzar.
Como era de esperarse, ella optó por no desistir de su sueño y de las fronteras con las que colinda nuestro vecino del Norte ella eligió cruzar por Ciudad Juárez. Sabía que podía contar conmigo y ya desde antes que obtuviera la visa mexicana para migrantes me pidió ayuda. Yo le había dicho que si, pero nunca imaginé que la FE que ella tenía en que lograría alcanzar su sueño le abriría los caminos de forma tan rápida y en una de sus llamadas me dijo: En "X" fecha llego a Juárez, ayúdame por favor a conseguir donde quedarme.
Yo creo que como una semana estuve buscando. Averigué en La Casa del Migrante y en algunas asociaciones que en la frontera asistían a la gente que venía huyendo de la pobreza de sus países y las situaciones de conflicto. El problema era que la inmersa mayoría sólo permitían la estancia por pocos días y como la estadía de Ligia en Juárez sería algo incierto opté por descartar eso y empecé a buscar hoteles que se adecuaran a un presupuesto que entre ambas pudiéramos pagar.
Después de una semana y cuando supe que Ligia ya venía en camión desde Chiapas, logré encontrar un departamento en un fraccionamiento cerrado, en una muy buena zona de la ciudad a un precio espectacular y que tenía todas las comodidades. El lugar era de una pareja de personas mayores que en su casa de fraccionamiento privado acondicionaron la parte alta como un departamento con cocina, sala, comedor, baño independiente, internet, amueblado por completo, en fin, el lugar soñado para cualquier persona que quisiera estar cómoda y segura por tiempo indefinido en esta desértica ciudad.
Para mi también era muy conveniente por las distancias entre mi casa y el trabajo y aunque yo estaba consciente que el viaje de extremo a extremo de la república sería demasiado tardado, el corazón me dio un vuelco cuando Ligia llamó y me dijo que ya estaba como a 1 hora de llegar a Juárez. Yo estaba como si nada en fachas lavando mi carro y apenas si me dio tiempo de dejar todo y salir de prisa hacia la terminal de camiones donde ella llegaría y quedaba al otro extremo de la Ciudad.
Me acuerdo que no me alcancé a bañar, me puse unos jeans, me recogí el cabello y llegué como 5 minutos antes de la hora acordada. No encontraba la terminal de autobuses, porque era un camión de esos privados que ofrecen viajes a toda la república y que acá se conocen como "Piratas", y cuando me acerqué por fin a la dirección que me dio ya había bajado la gente del camión y de inmediato, entre esa multitud reconocí a esa chica morena de cabellos rizados que aún con el semblante de cansancio me sonrió en cuanto me vio y en cuanto dejó su mochila al subirse a mi carro (que por cierto ese era su único equipaje), me dio un gran abrazo y me agradeció el haber ido por ella hasta ahí.
Yo lo primero que pensé es que tendría hambre y sueño, pero ella respondió que sólo tenía sed y luego de comprar agua y unos jugos en un Oxxo nos fuimos directo al depa que había rentado. Esa tarde yo tenía que trabajar y consideré que lo más prudente era dejarla ahí para que se diera un buen baño y durmiera. Aunque el plan era llevarle algo de cenar ya mucho más tarde, cuando yo saliera del trabajo, ella ya no me llamó porque por el cansancio extremo ella cayó en un sueño profundo y por cuestión de trabajo yo ya no puede regresar más tarde.
Al siguiente día muy temprano y antes de irme a trabajar llegué al depa y me apachurró El corazón que Ella me dijo: "Yo pensé que ya no ibas a volver", y pues no sólo le hice saber que no la iba a dejar sola en el tiempo que estuviera en Juárez. Esa tarde le lleve comida y cosas de despensa para los siguientes días.
Yo tenía que trabajar, pero el tiempo que tenía libre iba a visitarla, la primer semana en mi día de descanso me pidió que me quedara en El depa con ella y pudimos convivir y platicar bastante. Salimos de paseo a los pocos lugares turísticos que hay aquí, la casa de Juanga, alguno que otro Centro comercial y una noche antes de dormirnos ella me dijo que una chica migrante en el camino a Juárez le dijo que buscara un lugar que se llamaba: "La Casa de Colores" y que era un sitio donde apoyaban a migrantes.
Yo nunca había escuchado hablar de ese lugar, y empecé a buscar información por internet. Si había varias notas que hablaban acerca del mismo, pero algo que llamó poderosamente mi atención fue el hecho de que en ninguna nota mencionaba la dirección o algún número de contacto. Ligia sólo sabía que estaba en la zona centro de Juárez y mirando las fotos de las notas de prensa me di cuenta que sí, en efecto era verídica esa información, pero se ubicaba en una zona del Centro llena de bares y medio peligrosa donde había un hotel prácticamente abandonado.
Los siguientes días planeamos la búsqueda de la famosa "Casa de Colores": fuimos al Centro, al lugar que se veía en las fotos, pero ya no había nada. Nadie sabía nada tampoco y a mi me sonaba a un cuento Chino. Caminamos por todo el Centro y nuestros pasos nos llevaron hasta la Plaza Cervantes, un lugar donde encontraron años atrás a una chica de las tantas que han aparecido muertas por feminicidio. Lo más curioso fue que justo en esa plaza, en un bar donde había varias personas reunidas a plena luz del día preguntamos por "La Casa de Colores" y un muchacho nos respondió que se habían cambiado por la zona de la calle Lerdo, muy cerca del puente.
Hasta entonces todo lo relacionado con esa famosa casa era demasiado misterioso y secreto. Caminamos y caminamos sin encontrar nada. Ya era tarde y como andábamos cerca de la línea divisoria, Ligia quiso que la llevara a conocer.
Entramos por la zona de El Chamizal y de ahí caminamos hasta la zona del bordo, lugar donde la gente que es originaria como yo de Ciudad Juárez, utiliza para ir a correr por las tardes o practical ciclismo. Ligia estaba fascinada y tomó un montón de fotos, porque simplemente no podía creer que estaba tan cerca ya de Estados Unidos. Para esas alturas y sin haber encontrado la "Casa de Colores", ella contemplaba la posibilidad de quedarse un tiempo en Ciudad Juárez a trabajar, mientras pedía asilo político en Estados Unidos, y yo le hacía bromas con el hecho de que cuando lograra estar en territorio gringo se iba a olvidar de todo y se iba a volver como la famosa "Lady Frijoles",una chica hondureña que renegó de la ayuda que le dieron en México y creo que al final hasta la deportaron, pero en fin, sobre todas esas opciones comentábamos cuando de pronto vimos a lo lejos como se fue acercando una camioneta de la Guardia Nacional repleta de soldados y que al parece venía directo hasta nosotras...
Continuará...
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