Corazón Entre Las Manos...
Una tarde después de la lluvia, los dos caminaban por las calles del centro repletas de gente y de tráfico.
Llevaban varios días sin hablar pero con la convicción de saber que tanto uno como el otro siempre estaban ahí.
De pronto así sin más, ella fue quien rompió el silencio, y sin importar que caminaran entre la gente, sacó de su bolsillo su corazón y tras desenvolverlo del velo transparente que lo cubría, con todo el cuidado del mundo lo puso entre sus manos.
-¿Y eso?
-Es mi corazón...-
-Lo sé, lo conozco muy bien... Es sólo que me sorprende que me lo des así... Aquí, así sin más entre la gente.-
-Es que la verdad... Ya no puedo, ni lo quiero cargar.-
-Me doy cuenta... Está un poco frío y la forma en que lo estás viendo ahora no se parece en nada a lo que yo te dí.-
-Por eso te lo estoy regresando... Lleva tanto funcionando de manera mecánica que la verdad tengo miedo...
-¿Miedo de qué?
-...De que si me quedo con él por más tiempo se ponga peor y se endurezca.-
-Sabes que eso no pasaría si confiaras más en mí...-
-Yo confío... Es sólo que a veces me duele y no sé como cuidarlo...
-Si lo sabes, pero te mueres de miedo por "sentir".-
No dijo nada, ni siquiera se atrevió a mirarlo a los ojos, pero ÉL sabía que cuando ella hacía eso era simplemente porque no quería que nadie se diera cuenta que estaba a punto de llorar. Así que se limitó a dejar que fuera ella misma quien lo guiara para que terminara de envolverlo entre sus manos.
-¿Entonces quieres que yo lo cuide?
-De momento sí... ¿podrías hacerlo?
-Porsupuesto... Sabes que yo estoy aquí para lo que necesites y haría cualquier cosa por ti.
Un suave apretón en el hombro fue lo que expresó su agradecimiento. Estaba por alejarse, pero ya no pudo hacerlo, porque le sorprendió que cuando ÉL extendió sus manos de nuevo, el corazón que vio encima, era algo muy diferente a lo que apenas unos minutos antes ella le entregó.
-No está triste... Pero...-
-Lo sé... ¿Te olvidas que lo conozco a la perfección y que fui yo quien mucho tiempo antes de que tuvieras ese disfraz lo puso en ti?-
-Tienes razón...-
-Está frágil y necesita que alguien lo proteja del frío y toda la indiferencia que hay aquí afuera... ¿o no es así?-
-Sí... Es cierto.-
-Hace mil años que nadie lo mira... ¿pero sabes algo? es hermoso... Aún así tan débil como está, tiene algo muy grande adentro... Es por eso que a veces no sabes que hacer con él...
-Creo que a ti no puedo engañarte...-
-Mira, no es la primera vez que alguien hace esto. Muchas personas han hecho lo mismo que tú, pero me gustaría contarte una historia... ¿quieres escucharla? ¿me regalas un poco más de tu tiempo?
Se guardó el corazón en uno de los bolsillos de su saco, y luego se regresó para sentarse en una de las bancas de la plaza por la que acababan de pasar. Una vez que se cercioró que ella se había olvidado del tiempo para concentrarse sólo a escucharlo, le habló de "La Fábrica de los Corazones Rotos"... Un lugar que existió hace mucho tiempo, quizá en un país lejano, en una calle que curiosamente se llamaba "Calle del Artesano".
Ahí, había un hombre joven de mirada dulce que reparaba corazones que ya nadie quería o que en ocasiones parecían ya no tener remedio... Y él, sin importar el tiempo que le tomara lograba siempre hacerlos funcionar otra vez.
Desde la calle, y a través de dos enormes ventanales que parecían transparentes de lo reluciente que siempre estaban, podía verse de lado izquierdo el aparador con todos los corazones de las más diversas formas, colores y tamaños; mientras que en el otro, estaban aquellos que eran nuevos y nadie nunca usó...
De pronto así sin más, ella fue quien rompió el silencio, y sin importar que caminaran entre la gente, sacó de su bolsillo su corazón y tras desenvolverlo del velo transparente que lo cubría, con todo el cuidado del mundo lo puso entre sus manos.
-¿Y eso?
-Es mi corazón...-
-Lo sé, lo conozco muy bien... Es sólo que me sorprende que me lo des así... Aquí, así sin más entre la gente.-
-Es que la verdad... Ya no puedo, ni lo quiero cargar.-
-Me doy cuenta... Está un poco frío y la forma en que lo estás viendo ahora no se parece en nada a lo que yo te dí.-
-Por eso te lo estoy regresando... Lleva tanto funcionando de manera mecánica que la verdad tengo miedo...
-¿Miedo de qué?
-...De que si me quedo con él por más tiempo se ponga peor y se endurezca.-
-Sabes que eso no pasaría si confiaras más en mí...-
-Yo confío... Es sólo que a veces me duele y no sé como cuidarlo...
-Si lo sabes, pero te mueres de miedo por "sentir".-
No dijo nada, ni siquiera se atrevió a mirarlo a los ojos, pero ÉL sabía que cuando ella hacía eso era simplemente porque no quería que nadie se diera cuenta que estaba a punto de llorar. Así que se limitó a dejar que fuera ella misma quien lo guiara para que terminara de envolverlo entre sus manos.
-¿Entonces quieres que yo lo cuide?
-De momento sí... ¿podrías hacerlo?
-Porsupuesto... Sabes que yo estoy aquí para lo que necesites y haría cualquier cosa por ti.
Un suave apretón en el hombro fue lo que expresó su agradecimiento. Estaba por alejarse, pero ya no pudo hacerlo, porque le sorprendió que cuando ÉL extendió sus manos de nuevo, el corazón que vio encima, era algo muy diferente a lo que apenas unos minutos antes ella le entregó.
-No está triste... Pero...-
-Lo sé... ¿Te olvidas que lo conozco a la perfección y que fui yo quien mucho tiempo antes de que tuvieras ese disfraz lo puso en ti?-
-Tienes razón...-
-Está frágil y necesita que alguien lo proteja del frío y toda la indiferencia que hay aquí afuera... ¿o no es así?-
-Sí... Es cierto.-
-Hace mil años que nadie lo mira... ¿pero sabes algo? es hermoso... Aún así tan débil como está, tiene algo muy grande adentro... Es por eso que a veces no sabes que hacer con él...
-Creo que a ti no puedo engañarte...-
-Mira, no es la primera vez que alguien hace esto. Muchas personas han hecho lo mismo que tú, pero me gustaría contarte una historia... ¿quieres escucharla? ¿me regalas un poco más de tu tiempo?
Se guardó el corazón en uno de los bolsillos de su saco, y luego se regresó para sentarse en una de las bancas de la plaza por la que acababan de pasar. Una vez que se cercioró que ella se había olvidado del tiempo para concentrarse sólo a escucharlo, le habló de "La Fábrica de los Corazones Rotos"... Un lugar que existió hace mucho tiempo, quizá en un país lejano, en una calle que curiosamente se llamaba "Calle del Artesano".
Ahí, había un hombre joven de mirada dulce que reparaba corazones que ya nadie quería o que en ocasiones parecían ya no tener remedio... Y él, sin importar el tiempo que le tomara lograba siempre hacerlos funcionar otra vez.
Desde la calle, y a través de dos enormes ventanales que parecían transparentes de lo reluciente que siempre estaban, podía verse de lado izquierdo el aparador con todos los corazones de las más diversas formas, colores y tamaños; mientras que en el otro, estaban aquellos que eran nuevos y nadie nunca usó...
Podría haberle seguido contando... Pero no... Aún no era tiempo... La excusa perfecta fue que comenzó a llover de nuevo, y la gente apresurada buscando donde resguardarse, los hizo volver a la realidad de nuevo, y ahora fue ÉL quien se despidió con prisa, con la promesa de que además de cuidar su corazón por el tiempo que fuera necesario, regresaría un día cuando "sentir" a ella ya no le doliera... Pues sólo así podría ser capaz de entender cuando le contara la historia de "La Fábrica de los Corazones Rotos"...
Comentarios
Me encanta esta historia, ya me habías comentado pero sólo el título, seguramente hay más no???
Mientras tanto cuido mi corazón del frío, espero que hagas lo mismo con el tuyo que es hermoso.