Hoy.
A solas en mi habitación casi un instante después de que acaba de amanecer...
Como siempre intento aprovechar este espacio (que es muy breve), para hablar contigo, contarte mis cosas, cuestionarte lo que no entiendo, y aunque de momento tú sólo me escuchas en silencio, desde hace mucho sé que tarde o temprano siempre me darás una respuesta.
Esta mañana, a pesar de que estoy aquí, me gusta jugar a imaginar que cierro los ojos y me transporto con la imaginación para estar contigo.
A veces me imagino que tu casa es una cabaña en medio del bosque, en la que todos los días (cuando me voy a dormir y en el mundo real cierro mis ojos), llego para encontrarme contigo.
Tú estás ahí siempre disponible para mi, y además de recibirme con una deliciosa taza con chocolate, sonríes cuando me dejo caer sobre el sofá que está exactamente al frente tuyo.
Sigues sonriendo y me escuchas con toda la atención del mundo, mientras yo te atropello con mis cosas, te platico todo lo que me pasa, te cuestiono lo que me duele, y pongo sobre la mesa de madera que hay entre el lugar dónde tú estás y el mío, mi corazón lleno de sentimientos.
Uno de ellos, es muy grande y hermoso... Sé que fuiste tú quien lo puso ahí desde hace tiempo, pero tiene una vara atravesada que lo imposibilita... Eso duele, porque tan sólo se siente, pero no se puede usar.
Pero HOY no es uno de esos días en que duele tanto, ayer sucedió algo muy curioso: por la mañana en cuanto desperté, en la oración de cada día, te pedí que en el transcurso del día me ayudaras para que los sentimientos y emociones que me lastiman y a veces no consigo del todo manejar, no se apoderaran de mis pensamientos y mi corazón... Que hoy no fueran los protagonistas absolutos de mi día.
Cuando eso sucede, sé que me pierdo en el camino de todas las cosas mágicas que me regalas, y peor aún: desperdicio por completo un día entero de mi vida.
En concreto, creo que no sólo me escuchaste, sino que además me ayudaste, puesto que a pesar de que si extrañé, fue un día ajetreado y sin drama. Logré estar bien y esa fue una pequeña batalla personal ganada.
Estando en casa, frente a ti, estoy tranquila, porque ahí tú y yo hablamos con la voz del pensamiento. Ahora mismo, aunque tú no pronuncias palabra alguna, sé que me estás preguntando: ¿qué es lo que pienso en este instante?
Mi respuesta para ti ya no es un misterio. Conoces a la perfección mi alma y en lugar de alguna de las cosas habituales, me gustaría decirte que me encanta ver como la luz naranja del amanecer me sorprende en el camino al trabajo... Hay días como hoy, en que tengo un poco más de tiempo y puedo ver como se cuela a través del enorme ventanal y recorta tu silueta imaginaria, volviendo etérea tu mirada y tu sonrisa para mi.
Tantas veces te he preguntado en sueños, sentados sobre la arena de la playa, en plena isla desierta: ¿Qué se siente ser Dios y no tener noción del tiempo?... O bueno... Al menos no como yo.
Sé que en los días en que hago eso, te divierte mi curiosidad por saber como coloreas los atardeceres y las madrugadas como hoy, antes de que el sol salga.
En resumen, me gusta hablar contigo, y hay veces en que me dices tanto sin decir nada, mientras que existen otras, en las que tu silencio no sé descifrar.
Soy humana y tan frágil como la misma esencia de alguien así suele ser, y sé que a veces hago mal en pedirte que te hagas todavía más presente en mi vida, cuando es evidente que nunca has dejado de estar.
Quédate ahí, que yo necesito tanto que estés, para que seas mi refugio en los días grises y de tormenta... No esos que se miran con ojos de nostalgia y entre suspiros a través del cristal de la ventana... Hablo de aquellos en los que te busco en el país de los sueños para hablar contigo.
Viajo a la velocidad de la imaginación y llego hasta tu casa, para poner sobre la mesa de centro de la sala donde tú y yo a veces platicamos, mi corazón así tal cual como está ahora.
¿Sabes?, Hay veces en que ya no sé que hacer con él, ni con todo lo que siente... Por eso, desde lo más profundo de lo que es y ha sido hasta ahora, lo pongo en tus manos, y te digo: quédate por favor, sobre todo en esos días, quédate siempre aquí.
¡Hasta Mañana!
Comentarios
Amiga mía en mí tienes a un amigo, que te aprecia y te quiere, terrenal, cibernético, pero de carne y hueso, más hueso que carne.
Mi mayor ilusión es saber que eres feliz y quiero verte feliz.
Un abrazo con amor