Días de Diciembre.

He pasado muchos días aislada de las letras y las palabras, pero con el alma y la mente repletas de sentimientos encontrados y recuerdos de otros tiempos; pero más aún, predominan los instantes del presente que en ocasiones propician que me quede despierta hasta muy tarde, y otras veces me producen suspiros espontáneos desde el alma, antes de que el sueño y el cansancio terminen por vencerme.

Esta madrugada quise venir a escribir sobre eso, materializar en letras algunas de esas cosas que han pasado en este lapso sin plasmar nada en el diario; y que se traducen a días que transcurren entre risas y trabajo duro con los compañeros de trabajo. 

Hay también café por las mañanas y conversaciones sobre el presente inmediato con mis padres. Demasiados juegos y la posibilidad de convertirme nuevamente en niña los fines de semana en que estoy rodeada de niños. Mis momentos a solas, que para mi son tan esenciales como necesarios; del mismo modo que las salidas a la calle para disfrutar de una buena comida y charlas triviales -de esas que se disfrutan tanto- y hasta la ociosidad de Sábado y Domingo, desconectada del mundo; para aprovechar al máximo los maratones de películas entre dos, sin salir de la cama, comiendo algo delicioso, entre silencios y miradas cómplices que me unen todavía más (a quien sin importar el tiempo que vaya a ser así), es parte importante de mi vida y mi corazón.

Así es como me ha sorprendido Diciembre... Hace poco, revisando el diario inédito, me di cuenta que desde el mes de Octubre no escribía nada, y es precisamente porque las horas de cada día me las gasto y se van difuminando entre todas esas cosas que vivo a diario de modo muy intenso; y que sobre todo en estas últimas noches, me han hecho caer rendida en la cama, dando gracias por todo cuanto ha sucedido en esta etapa reciente.

Me encanta como es mi vida de poco más de un año a la fecha. Estoy tranquila, me siento estable... Quizá si, un poco cansada, porque gracias a Dios ha sido un año laboralmente productivo; pero en el plano personal ha estado lleno de matices, de un montón de detalles y sucesos de esos que de lo mismo valioso que son no tienen precio...

Son casi las 3 de la mañana, de una madrugada bastante fría que antecede a un fin de semana que pinta para ser muy bueno y divertido. Es así, mientras el sueño me vence, que miro la madera consumirse en el fuego y de alguna manera pienso en cada uno de los minutos de esta etapa reciente de mi vida que me he gastado de la mejor manera posible: aprovechando cada respiro e instante al máximo.

Las noches son gélidas, pero mi corazón y mi alma son cálidos... Me siento muy feliz y agradecida por eso, porque en esta recta final de otro año, las cosas que me rodean, más allá de los problemas cotidianos, son tan distintas y especiales.

Hoy, como tantas otras noches que antecedieron a esta, doy gracias por cada latido, por cada respiro, por cada suspiro... Por esta realidad que supera por mucho todas las sombras del pasado y los instantes de tristeza, (que también los hay); pero que en contraposición, cada vez son menos y pesa más todo eso que a diario me hace irme a la cama rendida, pero feliz de ser quien soy en este punto cronológico de mi existencia, pues la vida en el presente, también se dibuja con la esperanza incierta por los días que aún no he visto.

Es difícil saber que sucederá; pero eso ya no me preocupa tanto... Antes de cerrar los ojos, y de la posibilidad de vivir otro día nuevo, soy esto nada más. 

¡Gracias por eso! 

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