Café en tiempo perfecto...


Hoy es un día como cualquier otro.
No es tu cumpleaños, tampoco el mío, no es un día festivo, no estamos (ni tú ni yo) de vacaciones; y en concreto no hay un motivopara celebrar algo en particular.

Aún así, este no es un inicio de semana ordinario y aunque pareciera igual a otros días, no es así, porque no es un Lunes como esos que transcurren sin que suceda nada importante.

A veces es así, en los días más comunes, la vida planea un encuentro perfecto, y eso es justo lo que ha hecho distinto a este día en especial. Este instante en el que tú y yo nos encontramos por medio de las letras, tal como si más allá de si nos conocemos o no, hubiéramos quedado en esta fecha y hora para vernos, para conversar sin prisa.

Si estás aquí ahora es porque este es tu momento, el espacio de tiempo que destinas de las 24 horas que tiene el día, para relajarte, estar contigo, a solas con tus pensamientos, para que las veces que late tu corazón en un minuto, no sea para realizar alguna actividad en concreto (trabajo, dormir, comer, amar, etc)... Simplemente es un espacio para estar aquí, contigo, conmigo, por la simplicidad del presente en que estás tú y estás aquí.

Yo desde este punto, hago exactamente lo mismo que tú, y me encanta la idea de compartirlo encontrarme contigo para compartir un instante.

No importa que no esté al lado tuyo, pues el poder de las palabras es tan grande, que sé que sin cerrar los ojos puedes ser capaz de imaginar que estamos juntos, que sin importar si alguna vez nos hemos visto o como haya sido la manera en que llegaste hasta aquí a visitarme, puedes ser capaz de visualizar con los ojos del alma a estas Páginas Sueltas, como el lugar más especial y confortable que conoces o tienes capacidad de imaginar y visitar cuantas veces quieras.

Siéntate aquí conmigo, a mi lado. Da igual si en tu mente y espacio lo haces a la sombra de un árbol, sobre el pasto seco, en la banca de un parque solitario, en el suelo, con las piernas cruzadas o encima de cómodos y mullidos almohadones, en el sofá más grande y confortable de una sala en el interior de una cabaña a la que muy poca gente tiene acceso.
Cuando alguien es invitado ahí, no sólo se siente a gusto, sino que también encuentra paz.

Así quiero que sea cada vez que tú me visitas en este espacio. Una reunión de almas sin tiempo ni espacio físico... Da lo mismo si se reunen en el presente o dentro de 100 años, pues las letras suelen ser tan mágicas que tienen el poder de inmovilizar por un lapso breve las manecillas del reloj; tan sólo para que tú y yo nos detengamos y podamos compartir un café en tiempo perfecto.

Dime que si, que te late la idea de llegar hasta aquí cada vez que así sea tu deseo y quieras quitarte el pesado abrigo de los problemas y las preocupaciones... Incluso del pasado.

Podemos conversar de lo que quieras, hablar de cualquier tema trivial o profundo, o simplemente acompañarnos en silencio.
Abre los ojos, y sobre todo el alma. En este momento estás a salvo aquí.

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