Encuentros entre el mundo de los sueños y la realidad


Domingo 11 de Abril, 2021.

He dejado de escribir por un largo período de tiempo; la razón por la que decidí hacerlo, es la misma que hoy me tiene aquí: Ella. 

La he soñado con frecuencia y de manera intermitente. pero también he omitido escribir al respecto en un intento por olvidar esos sueños, restarle importancia y el protagonismo que es evidente todavía tiene; pero esta mañana de domingo, uno de esos sueños en particular fue tan hermoso como reflexivo, que es la razón que me ha hecho romper el silencio literario de todos estos meses. 

Todos los días pienso en ella, en algunos momentos más que otros, pero de algún modo está siempre presente. El sentimiento que me invade cuando eso sucede es de tristeza y nostalgia, porque a pesar de que estoy muy consciente de mis errores, siempre llego a la conclusión de que la culpa es compartida y las cosas no debieron terminar así. 

En el sueño de esta mañana, yo volaba (como tantas veces lo he hecho en el mundo irreal), pero esta vez ese vuelo era realizado de una manera mucho más consciente, era como aquella única vez que estoy convencida logré desdoblarme de mi cuerpo físico y dentro del sueño, al darme cuenta que estaba fuera de mi cuerpo y comenzaba a flotar por las áreas de mi casa con rumbo hacia la puerta exterior, veía a mi madre en la cocina empezando su rutina de la mañana y al llegar yo a la salida y mientras esquivaba algunos cables de los postes aledaños a mi casa (de teléfono y luz), mientras comenzaba a cobrar altura, mi único pensamiento era que deseaba con todo mi corazón volver a verla. 

Era una sensación muy extraña y al mismo tiempo contradictoria, la de flotar de manera tan libre sobre el viento, mirando esta ciudad donde siempre he vivido desde las alturas; pero al mismo tiempo con la consciencia de que si era un estado onírico, ese viaje duraría poco tiempo... Bajo esas circunstancias el deseo más grande de mi corazón era ese, poder verla a ella de algún modo, pero no sabía hacia donde dirigirme ni como hacerlo. 

Pasaron unos cuantos minutos con un poco de preocupación respecto a eso, supongo que volé dejándome llevar por la simple idea de que si quería visitarla debía viajar con dirección hacia el sur; y aunque la idea de atravesar el océano era un poco atemorizante, el deseo de mi corazón era mucho más grande que eso y fue como de pronto la apariencia del paisaje comenzó a cambiar de pronto. De los tonos ocres y terrosos del desierto, poco a poco comenzaron a aparecer árboles y palmeras, así como techos de casas y edificios no muy altos que ya no eran en mi ciudad... 

El río a lo lejos me confirmó que había logrado mi objetivo y de inmediato pensé en llegar a su casa. Creo que tardé más en pensarlo dentro del sueño (y escribirlo ahora), cuando ya estaba frente a su casa. No había lugar a dudas. Era la fachada principal, pero al mismo tiempo no lo parecía; no sé si era porque yo estaba en un estado incorpóreo, no físico, pero todo el entorno se veía como borroso, un tanto deteriorado, como si las características de una construcción física, bajo esas condiciones mías se atenuaran todavía más; mostrando el desgaste del tiempo y hasta el más pequeño orificio en un ladrillo. 

Yo sabía que era invisible, y entré a su casa. Estaba muy oscuro, pero de modo visible porque había resquicios de ventanas por donde entraba el sol. 

La busqué en su cuarto, pero ella no estaba, y deambulando un poco por la casa entré a la habitación de su madre, y ahí estaba, dormida junto a ella. 
También estaba su hermano, quien se había quedado dormido sentado junto a la cama, aparentemente ambos habían pasado cuidando a su madre, y cuando estaba a punto de salirme para no interrumpir su sueño ella despertó y me vio. 

Yo decidí salir afuera de la casa, en un intento por respetar la privacidad de su familia, pero en el camino hacia la salida, me di cuenta que a pesar de estar en esa forma sin cuerpo, no se podía atravesar por superficies metálicas o de hierro. 

Contrario a lo que pensé, ella no tuvo una reacción negativa hacia mi (porque en el mundo real está enojada conmigo); así que un tanto desconcertada, después de encontrar el camino hacia la salida, decidí esperar, flotando en la parte de afuera (muy cerca de la puerta principal); y a los pocos segundos ella apareció, con toda la intención de atender a mi visita y de escuchar lo que tuviera que decir. 

Me dio mucho gusto verla, estaba hermosa como siempre, pero no sé... Tenía algo diferente... Era ella, pero al mismo tiempo era como si no lo fuera; era su esencia, pero de una manera mucho más pura y magnificada. Se veía luminosa y resplandeciente... Fue ahí cuando me di cuenta que estaba en la misma condición que la mía: sin cuerpo físico, era su espíritu, sí, ese que conocí sin verlo y fue del que yo muchos años atrás me enamoré. 

Mi primer impulso fue abrazarla, y al sentirla tal como era la última vez que eso pasó (hace ya un montón de años); todo fue tan instintivo como claro. Ahí me di cuenta que a pesar de lo que haya pasado un alma no puede estar enojada con otra (aunque lo esté en su aspecto físico); y al percibirla tal y como era, en medio de ese abrazo tan anhelado, lo primero que me nacía decirle al tenerla tan cerca era que no se imaginaba cuando me había hecho falta en todo este tiempo y lo mucho que la había extrañado. 

Ella correspondía a ese abrazo y sin dejar de envolverme tampoco me preguntaba: ¿Por qué no la había visitado antes? y yo le respondía que porque pensaba que estaba enojada conmigo y ella me decía que ya no, que de hecho estaba esperando mi llamada. 

Ahí terminó la conversación, o quizá el tiempo que tenía permitido de visita. Creo recordar vagamente que entró de nuevo a su casa y yo abrí los ojos al mundo real y mi casa estaba tal y como la había visto al momento de iniciar el viaje, (incluída mi madre en la cocina empezando la mañana). 

Se me salieron las lágrimas ya sintiéndome presente y dentro de mi cuerpo físico, a la par de que una sensación enorme de nostalgia me invadió, porque me hubiera gustado quedarme mucho más tiempo con ella, hablando, intentando arreglar las cosas para acercarme otra vez a su corazón. 

El domingo ha seguido su curso normal, pero todo el día he estado pensando en ella. Me cuestiono si fue algo real, si fue un sueño que refleja el anhelo más grande que ha tenido mi corazón desde que nos distanciamos, y al mismo tiempo preguntándome si sucedió así porque de verdad ella fue hasta ahora la persona más importante en mi vida... 

En la realidad las cosas son tan diferentes como desconcertantes, supongo que la echo mucho de menos, que no me he hecho a la idea de que las cosas son diferentes, pero al mismo tiempo algo me hace tener la certeza de que hay algo de cierto en eso de que se puede conectar con el alma de otra persona (eso es algo que en mi corazón, más que en mi cabeza), siempre ha estado como una certeza absoluta, y más aún el hecho de que la esencia de una persona a quien haz amado tanto no puede estar disgustada contigo...

Ojalá más adelante nos reencontremos de nuevo. Es lo que más deseo y me encantaría poder hablar con ella otra vez.

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Este texto forma parte de un diario inédito, y hoy lo recordé. 
Nunca lo expresé, pero de alguna manera yo siempre tuve la esperanza de que las cosas se arreglaran y por mucho tiempo esperé ver en mi buzón de correo un mensaje suyo... Desafortunadamente en esta vida ya no sucedió.
A pesar de eso, aunque ha pasado casi un año desde entonces, algo me dice que no fue tan irreal... Me hubiera encantado despedirme en persona, pero aún así, gracias Vane, por volver en esencia y mucho antes de todo lo que pasó en esta línea real de tiempo.

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