Como ser una maquiloca y MORIR en el intento.



Todo comenzó cuando durante las vacaciones de verano llegué a la conclusión de que necesitaba conseguir otro trabajo. No es precisamente que estuviera desempleada, o que mi empleo actual no me gustara... Al contrario, desde hace casi un año atrás me siento muy contenta de estar en donde estoy: pero como le pasa a cientos de personas en este país de clase trabajadora, un solo sueldo no alcanza aunque no tengas hijos (si los tienes, pues todavia peor).

Con esa idea en mente empecé a buscar y apliqué en algunas partes sin ningún resultado, hasta que di con un grupo de empleos en maquiladora, ambiente en el que a lo largo de mi vida laboral ya había conocido, y que dejé por la paz hace más de 3 años, justo cuando empezó la pandemia.

La primer sorpresa que me llevé cuando logré encontrar una vacante atractiva en ese grupo, fue que los procesos de reclutamiento y selección de personal se volvieron demasiado rígidos a comparación de hace 3 años. Cuando yo fui a solicitar el trabajo había alrededor de 10 personas de las cuales sólo quedamos seleccionadas 3. Las preguntas en el área médica fueron demasiado personales (la verdad me sorprendió mucho que me preguntaran cosas tan íntimas) y a pesar de eso logré quedarme con el empleo.

El día que me dijeron que me presentara a la siguiente semana para inducción yo volví muy contenta a mi casa, porque a pesar de que iba a ser difícil intentar "malabarear" un tercer trabajo (adicional al de la Universidad y al de la promotoría en tiendas -que es realmente de lo que he vivido en este tiempo-), el ingreso en la maquiladora me iba a permitir hacer planes (ayudar a mi familia, quizá volver a estudiar, ahorrar para unas buenas vacaciones más adelante o simplemente el argumento más importante: porque mi "Yo" del futuro que quizá ya no podrá trabajar en unos años me necesita desde ahora).

El trabajo en si no era difícil, pero desde el primer día la empresa te dejaba muy claro que si al mes de haber ingresado no lograbas sacar la producción, la baja era inminente.
Como operador el objetivo era unir ambos extremos de una manguera de fibra de vidrio, hacerle un doblez y con unas pinzas insertar una punta en la otra, para luego coser con hilo rojo, amarillo, verde o café (dependiendo del modelo de manguera que se estuviera trabajando), hasta completar 50 piezas (en 2 bultos de 25).

Hay una frase que reza: "La práctica hace al maestro", y así transcurrió la primer semana dentro de esa empresa practicando con las mangueras que no pasaron el control de calidad e iban directamente al scrap (desperdicio).  

Era evidente que en esos primeros días practicando no salían las 6 puntadas que indicaba el proceso. Había una compañera que había sido aceptada el mismo día que yo ingresé y me veía reflejada en ella porque me expresaba su frustración y preocupación por no lograr dominar el trabajo en el lapso de un mes con el grado de perfección que exigía la empresa.

Yo le daba ánimos y le decía que hiciéramos nuestro mayor esfuerzo, que si no lográbamos coser y hacer el número de piezas a la perfección y al mes nos corrían, mínimo lo habíamos intentado. Antes de que iniciara la segunda semana ella ya no volvió, y aunque yo compartía la misma preocupación que ella, decidí quedarme y hacer todo lo posible por aprender, con la intención de no perder el trabajo y lograr que al cumplirse el mes de prueba me dieran el contrato permanente.


No quiero pensar que fue personal, pero no había yo cumplido aún ni los 15 primeros días y empezaron a cambiarme de área, sin darme tanta oportunidad para practicar la costura. Me enviaron a corte (el área donde se miden y se cortan a la medida las mangueras), a apoyar en otra zona de la planta donde las mangueras son para las puertas que tienen las secadoras y llevan varios clips, y para no hacer el cuento tan largo mi curva de aprendizaje, sumado a mi nula capacidad para las cosas manuales propició que lograra a aprender a coser solo un tipo de manguera, pero no hiciera la cantidad de piezas requeridas por los jefes.

Al cumplirse el primer mes de mi ingreso si me dieron la planta, pero supongo -no lo sé en realidad a ciencia cierta- lo que me ayudó fue que de personal no pasaron mi evaluación en el tiempo que correspondía y sumado a que no tenía faltas ni retardos (otro aspecto con el que eran demasiado rígidos al extremo de disciplina casi, casi militar), logré quedarme (aunque nunca me lo confirmaron).

A partir de ahí me empecé a sentir muy presionada, no sólo porque mi día comenzaba demasiado temprano y terminaba hasta la madrugada (compaginando los 3 trabajos); sino también porque las chicas que eran líderes dentro de la planta maquiladora, estaban enfocadas en la producción más que en el entrenamiento de los operadores nuevos, y aunque yo intentaba e intentaba, prácticamente quienes terminaron dándome el entrenamiento fueron las compañeras operadoras que ya tenían mucho tiempo trabajando ahí y a quienes yo me acercaba para ver como hacían la costura, con la intención de aprender.

Logré entregar piezas sin que la chava de calidad me las devolviera, pero insisto no quiero pensar que fue personal pero había días en que una vez que yo había completado uno o dos bultos (de 25 piezas), se llevaba de los percheros donde se colocaban las piezas terminadas el trabajo de todos, menos los míos. Había 2 chicos más que ingresaron como 15 días después que yo y noté que a ellos si les explicaba y pasaba a sus lugares con más frecuencia para revisar y recoger piezas, quizá porque ellos aprendieron mucho antes que yo.

Los siguientes días seguí esforzándome, y empecé a anotar la cantidad de bultos de 25 que había hecho, porque si bien no eran las 50 piezas por hora que ellos pedían, me di cuenta de que en el reporte de producción ella anotaba mucho menos piezas o simplemente no anotaba nada... Se suponía que para los operadores de nuevo ingreso la regla de 50 piezas por hora no aplicaba hasta haber cumplido el mes, pero si llevaban un récord de las cantidades de piezas entregadas, supongo que para ir evaluando tu progreso, y pues eso provocó que la chica que era la líder y asistente del gerente cada rato empezara a pasar por mi lugar para preguntarme si ya había logrado sacar la cantidad que exigía la producción o por lo menos cuantas piezas, en lugar de preguntarme si ya había aprendido, si tenía dudas o en que parte del proceso estaba batallando.

Yo decidí aguantar, primero porque nunca he sido una mujer que se de por vencida a la primera. Cosía lo más rápido que podía y aunque no logré la cantidad que pedían (y que era imposible ir a la velocidad de quienes ya tenían 2 ó 3 años dentro de la empresa), logré que la chica de calidad ya no me regresara ni una sola pieza. Yo pensé que iba de gane, hasta que un inicio de semana de buenas a primeras, de corte me mandaron a costura nuevamente para trabajar en el modelo de manguera que comenté ya, va adherida a la puerta de las secadoras, que lleva varios clips y que por muy sencillo que parezca porque tiene que unirse con tan sólo 3 puntadas en forma de triángulo, antes de unirla se mide con precisión, apoyándote de una hoja que se pega en la mesa para lograr hacerlo de manera muy precisa. 

El día que eso sucedió a mi no me habían enseñado el proceso de ese modelo de manguera en particular. Fui yo quien preguntó a los compañeros como se hacía y ahí me di cuenta que cada persona termina por idear su propia forma de costura para lograr el mismo resultado. Como era de esperarse hice pocas piezas, me regresaron varias, al día siguiente fueron menos (lo cual indicaba que iba avanzando), hasta la semana pasada en que nos tocó volver a trabajar en ese modelo de manguera y de tanta insistencia por parte de la líder empecé a estresarme y no podía avanzar, hasta que una chava muy buena onda del departamento de calidad que asignaron ese día a esa área, notó mi estrés, y aunque no le correspondía hacer eso, se acercó y me enseñó como le hacía ella cuando fue operadora para trabajar más rápido ese modelo. Fue entonces cuando pude dominar por fin -según yo- ese proceso y pude entregar una mayor cantidad de piezas que pasaran el control de calidad.

Un par de días previos a eso yo ya me estaba empezando a sentir demasiado inútil porque en uno de esos tantos cambios me enviaron a un área distinta donde primero me quitaron porque era demasiado lenta para apoyar a quien estaba en corte, luego estuve doblando extremos de ese mismo modelo de manguera y al siguiente día la jefa se acercó a mi para preguntarme primero si había entendido bien el proceso de trabajo de ese modelo de manguera, porque estaba todo mal y habían regresado todas las cajas del producto final que se envió ese día.

Me sentí muy mal, pensé que me iban a correr, pero luego la misma chica de calidad que me ayudó me comentó que esas cosas pasaban, que lo más probable es que el regaño fuera para ella porque era quien supervisaba el resultado final, pero que era demasiado trabajo e incluso ella no podía estar pendiente al mismo tiempo de tantas cosas.

Eso me confortó, pero desde ahí ya no estuve tranquila, hasta el inicio de esta semana en que además de que me daba la impresión de que la chava líder no sabía al inicio del turno, en que área ponerme sin que la regara, empezó a devolverme junto a la de calidad las piezas de la manguera con los clips, que yo estaba trabajando de la manera que la chica buena onda de calidad me había enseñado y que para ellas resultó que no era así y estaba mal. 
Ahí me di cuenta que sus criterios de calidad varían entre una persona y otra y además de que necesitan unificarse, por más esfuerzo y empeño que yo pusiera, nunca iban a estar a la altura de lo que se requería.

Ese día me regresaron todo el trabajo de toda una tarde. Me frustró tanto el sentirme tan inútil que decidí tirar la toalla y renunciar... Al terminar el turno me fui muy triste a mi casa pensando en que a pesar de que necesito el trabajo, reconozco también cuáles son mis limitaciones, pero en toda mi vida laboral nunca me había sentido tan inútil como me pasó en ese trabajo.

Es muy curioso que trabajando en la universidad, como en esta semana que he estado elaborando los guiones de un evento muy importante que viene a finales de septiembre y principios de octubre, me siento como pez en el agua. Con la promotoría igual. He logrado ser muy metódica de manera que termino antes del plazo límite que me dan; pero la experiencia en ese intento de volver a ser maquiloca y haber muerto súbitamente en el intento ha sido para mi una lección muy fuerte de humildad para entender de que no siempre las cosas me van a salir bien, que no soy buena para cosas manuales y que la intención de diversificar y obtener nuevos ingresos es mala consejera al momento de aceptar un trabajo sólo por necesidad. 

Yo la regué en eso, estoy consciente, e insisto en que quiero pensar que por parte de las chicas que dirijen el equipo de trabajo no fue algo personal, pues el exceso de trabajo y la presión por los resultados de producción son lo único en lo que ellas se enfocan.

A mi en lo personal me pega por el lado de caer en la cuenta que llevo muchos años trabajando y la mayor parte de mi vida se ha ido entre el trabajo y la escuela esperando una buena oportunidad en un país donde las palancas y contactos valen mucho más que la preparación y la experiencia que tengas en tu área. No me quejo, de verdad, pero una cosa tan tonta como no haber podido aprender a coser bien una manguera me hicieron tomar conciencia de que en lo laboral he intentado tantas cosas y si bien he aprendido de todo, hay días en que si cansa ir siempre nadando contra corriente.

Sí lo sé, la vida no es fácil para nadie. El grado de complejidad es más alto para unos que para otros y aunque esto podría parecer una tontería comparado con otras cosas más difíciles que afrontan otras personas a diario, quise contarlo como parte de esas páginas grises que igual forman parte del día a día, y porque en este espacio hablo de todo, no nada más de lo bonito que me pasa.

Mañana voy a RH a renunciar de manera oficial, agradezco por esta lección de poco más de un mes y oficialmente empiezo a buscar un tercer trabajo otra vez...

Wish me Luck....

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