Encuentro.


Hoy, recibí una invitación para ir a jugar. Estaba escrita en una carta con el papel doblado de manera muy curiosa, y atorado con una piedra lo suficientemente grande, como para que el viento no se la llevara de la barda que bordea la entrada principal de mi casa.

Yo llevaba prisa (como siempre); pero aún así me tomé unos minutos para irla leyendo en el camino, y entonces ya nada importó cuando descubrí que se trataba de una "carta sin tiempo", y que por la forma de la letra, se veía había sido escrita por alguien que aún era muy pequeño.

La verdad me pareció muy extraño recibir una invitación como esa, pero como en mi reloj el tiempo se había detenido, decidí ir hasta ahí para aceptar la invitación.

Cuando llegué, me encontré con una casa muy cálida, que en la sala tenía un cuadro al óleo con una imagen del mar, un mueble con varios platones pintados a mano, y réplicas de esculturas famosas; que adornaban la estancia bordeada por un comedor muy grande de madera, un tocadiscos franqueado por dos hileras de incontables discos de vinil; además de sillones trenzados por los bordes en ratán.

Creo que no era la primera vez que yo estaba ahí... Era muy extraño que sobre el piso de mosaico en tono negro no se escuchara el sonido de ningunos pasos acercándose; pero de momento eso no importaba; porque yo lo único que quería hacer era buscar a quien me había invitado a jugar.

La intuición, me llevó a encaminar mis pasos hacia la puerta de la cocina que daba hacia el patio; y después de dejar atrás el aroma del café recién hecho y de la avena que ya ha hervido a fuego muy lento sobre la estufa; afuera me encontré con la pileta del lavadero de cemento, que por la parte de arriba, para mi, era una piscina perfecta para muñecas; mientras que por la parte del desague; era el hogar perfecto para una araña que desde siempre vivió ahí.

Al fondo; si elegía el camino de la derecha, estaba el cuarto de la lavadora; que además de los productos de limpieza que servían para completar la labor de aquella máquina; estaba rodeada de estantes de madera que almacenaban un montón de objetos, que a pesar de que estaban en desuso, no dejaban de ser extraños y muy interesantes... Tal era el caso de una caja fuerte, que quizá resguardaba un tesoro o un secreto impresionante, porque nadie nunca pudo encontrar la combinación.

Pero mi meta era el jardín, yo sabía que allí se encontraba alguien que me estaba esperando, y no me equivoqué, puesto que al llegar hasta ese punto, descubrí a una niña de cabellos rizados, jeans y tenis, que jugaba sola ahí.

Supe que ella había sido quien me dejó aquel recado en la barda, cuando la vi sentada sobre el pasto, frente a una tina de lámina con el fondo volteado hacia arriba (simulando una mesa). La superficie estaba cubierta con una toalla de baño color verde, y que después de haber sido descolgada del tendedero; ahora tenía la función de ser un elegante mantel.

Sin necesidad de palabras, me invitó a sentarme frente a ella, para disfrutar del festín de pastelitos de lodo, aderezados con ramitas y flores con sabor a limón de las que crecían en los alrededores del jardín.

Había también una ensalada de pasto verde, "espolvoreada" con piedritas muy pequeñas y una botella de las que quizá alguno de sus tíos dejaron arrumbadas (después de navidad o año nuevo); y que volvió a ser parte de una celebración, cuando a esa niña se le ocurrió ponerla otra vez al centro de una mesa; pero ahora rellena con agua.

Al estar frente a ella, me di cuenta que aunque no era una niña de muchas palabras, había mucha ternura y fragilidad que era perceptible desde el color oscuro de sus ojos. Así, mientras me servía una generosa porción del pastel de lodo -que todavía se veía fresco- me empezó a platicar que le gustaba vivir ahí, porque su abuela era una mujer que además de regalarle "dientitos de brujita" de dulce y hacerle avena todas las mañanas; siempre tenía algo interesante para contar.

Me dijo también que además de que aquella casa estaba llena de objetos interesantes; en la enciclopedia que su abuela tenía en la parte baja del buró junto a su cama; descubrió un montón de cosas interesantes que pasaban en el mundo, ¡Ah! y que también los bebés, no era verdad que eran traídos por la cigüeña.

Este último comentario me causó mucha gracia, porque yo sabía que tenía razón. Luego, me aventuré a preguntarle: ¿A qué cosas le tenía miedo?, y después de un instante en que un nudo que pasó por su garganta fue visible, la niña me habló del avispero que siempre estaba en la parte trasera del barandal de madera pegado junto al árbol de manzanas, de esa rueda gigante llena de monos que daban vuelta como en una especie de carrusel que se sentía cada vez, más y más cerca cuando ella tenía fiebre; y también de una cabeza de jabalí disecada que se encontraba colgada de la pared de la habitación contigua a la mesita del teléfono... A la que como era de esperarse, por precaución, ella procuraba nunca entrar.

Según lo que me dijo, ese jabalí estaba tan enojado cuando murió, que el día menos pensado seguro iba a revivir y mordería a quien estuviera cerca... Además de que ella sospechaba que esa bestia era quien custodiaba una puerta secreta que ella descubrió una vez que jugando al escondite, fue y se metió en el closet de esa habitación. Nunca pudo averiguar gran cosa -por miedo al jabalí-, pero tenía la certeza que esa puerta era un pasadizo secreto que conducía hacia todos esos universos en los que vivían todos los seres mágicos que salían en las películas que los Domingos veía junto a sus papás y hermanos.

Algo que me sorprendió fue que sin necesidad de que yo mencionara palabra alguna; ella me dijo que sabía que yo era alguien que venía del futuro. Entonces fui sincera con ella y comencé a contarle que cuando ella creciera, tendría la posibilidad de escribir historias, viajaría a lugares que nunca imaginó; y vio alguna vez en los mapas dibujados dentro de la enciclopedia; e incluso, en un país pequeño llegaría a conocer a un verdadero ángel terrenal.

Ella me escuchó con mucha atención; pero también se dio cuenta que yo le compartí sólo las cosas más valiosas y bonitas... No tenía caso explicarle a una niñita de 5 años, que de grande su camino siempre iba a ser en solitario; y aunque a través del tiempo iba a tener grandes amigas; el amor que a esa edad se representa a través de corazones redondos y rojos; en su vida iba a presentarse sólo una vez y de forma temporal.

Después de un breve lapso de tiempo en silencio; quien se quedó con un nudo atorado en la garganta fui yo; porque luego de mirarme directo a los ojos, la niña me dijo que ella a pesar de que no lo veía con bastante claridad; ya sospechaba todo eso; porque sin que yo se lo dijera, ella podía ver también reflejados todos los miedos y dudas que existían dentro de mi.

Ella era yo, y sin tener que explicarle; se dio cuenta de que a pesar de mi "disfraz de grande"; yo seguía siendo una niñita tan frágil como ella, que todavía despertaba a veces y se asustaba por las noches; y que a pesar de que siempre la rescataba refugiarse en el "bunker" que tenía debajo de las cobijas de la cama (donde nada ni nadie podía hacerle daño); o también el hecho de jugar siempre a soñar e imaginar despierta; sin importar el tiempo que pasara, siempre iba a necesitar montones y montones de ternura; así como también mucha protección y un refugio donde resguardar y compartir sus sueños.

Cuando yo llegué ahí y me di cuenta de quién era en realidad, lo primero que quise hacer fue abrazarla, para regalarle todo eso que también a mi me hacía tanta falta; pero fue ella quien le puso parchecitos de colores a mi alma; cuando no mostró ningún interés por lo que vendría más adelante en el futuro. Me dijo que no me preocupara; porque a pesar de que yo creciera, ella seguiría viviendo para siempre en mi.

Me prometió que se asomaría a mis ojos cada vez que descubriera algo mágico e impresionante. Que estaría junto a mi cuando encontrara alguien que también quisiera jugar salpicando con los charcos que se forman bajo la lluvia; o que sin importar que tuviera todos los años del mundo, siempre tuviera ganas de salir cualquier tarde de verano a pasear en bicicleta, a caminar con el perro, o simplemente sentarse en el pasto con todo el tiempo del mundo para descubrir entre las páginas de un libro, una fantástica historia; o volar una cometa desde un lugar muy alto, donde también los deseos se plasman en Hojitas Sueltas y de Colores, para elevarse luego en globos atados con un cordel.

Sonreí, porque entonces me di cuenta que tanta explicación de mi parte, la verdad fue innecesaria. Pues del futuro, a ella lo único que le interesaba era saber si después del año 2000, por fin los autos serían voladores; o si a los 25 -tal como ella lo imaginaba- sería una mujer que usaría zapatos de tacón...

Todo lo demás, ni siquiera importaba, pues mientras ella viviera dentro de mi; todo cuanto conociera de su mano en el futuro, no dejaría nunca de ilusionarme y sorprenderme... Para crecer, ya habría mucho tiempo después.

¡Gracias Martuchis por estar siempre ahí y por invitarme esta semana y en sueños a jugar!

Comentarios

Guadalupe dijo…
:)
Un encuentro fantástico con la niña que llevas dentro, yo creo que ese ejercicio hay que hacerlo mucho más seguido aunque sea por un ratito, quitarle unos minutos a la rutinaria vida de adulto, para regalarte un viaje de la mano con la niña que fuiste y siempre tiene que estar ahí, sino todo sería muy aburrido y sobre todo estresante.

Voy a buscar a la mía, cuando sale hace desastres jajajaja.
M a r u dijo…
Hay martitha, este post me hizo regresar a mi niñez. Pude recordarme perfecto, cuando salia al patio de mi casa, y jugaba a hacer casitas de lodo. Cuando salia ajugar con mis amiguitos de la cuadra a los polis y ratas y a la quemada. Voy a estar muy atenta, haber si alguien me envia esa invitacion tambien a mi, porque la necesito, realmente la necesito.
saludotes y espero que este bien chicuela
Anónimo dijo…
ay que bonito post

D:


uno deberia de hacer mas seguido este tipo de cosas, luego ay anda la gente de amargada por la vida
U_____U
cuidate muchote

byE

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