Visiones...
... Minotauro despertó, aunque en realidad no estaba durmiendo... Era simplemente que al igual que lo hacía cuando todavía era un niño había cerrado los ojos para poder soñar e imaginar mejor...
El tiempo había pasado, pero él seguía siendo un niño en un disfraz de adulto, por eso su manera de ver el mundo siempre con ojos llenos de mágica curiosidad...
Aquella mañana su corazón seguía anclado al mundo imaginario, se le estaba haciendo tarde para salir a la calle e ir a su trabajo, pero su alma le pedía quedarse en el mundo de los sueños tan sólo un poco más...
Con los ojos cerrados pudo ver el amanecer más hermoso del mundo, colándose confiado a través de la ventana, para iluminar el semblante apacible de alguien a quien extrañaba tanto y ni siquiera estaba ahí.
El silencio lo llevó a escuchar el sonido de una maravillosa conversación imaginaria, en la que esa persona ausente le preguntaba si le permitiría estar a su lado no para siempre (pues eso sonaba a demasiado), pero sí por el lapso de tiempo que le restara por vivir aquí.
Era ya tarde, y Minotauro tenía que salir corriendo... Aún así, se tomó el tiempo para permanecer todavía un poco más en el mundo imaginario y con los párpados todavía cobijando su visión, fue capaz de imaginar que era la madrugada previa antes de partir a un viaje hacia el otro lado del océano, que tendría la mañana libre para quedarse en casa atrapando historias con sus letras, o que simplemente el tiempo no lo perseguiría como un tirano y eso le daría la libertad para subirse al auto y viajar por carretera a cualquier punto cercano.
Todavía antes de salir de casa y tras el velo denso y transparente que caracteriza al vapor de una taza de café, Minotauro miró por la ventana y en medio de esa cortina etérea y cálida imaginó que tras la niebla de la montaña encontraría el mar...
Visiones... tan sólo era eso... Sueños convertidos en suspiros que esa mañana viajaron a la velocidad del pensamiento, para perderse exactamente en el punto donde es difícil delimitar la frontera de la imaginación, de lo que es el mundo real...
Con los ojos cerrados pudo ver el amanecer más hermoso del mundo, colándose confiado a través de la ventana, para iluminar el semblante apacible de alguien a quien extrañaba tanto y ni siquiera estaba ahí.
El silencio lo llevó a escuchar el sonido de una maravillosa conversación imaginaria, en la que esa persona ausente le preguntaba si le permitiría estar a su lado no para siempre (pues eso sonaba a demasiado), pero sí por el lapso de tiempo que le restara por vivir aquí.
Era ya tarde, y Minotauro tenía que salir corriendo... Aún así, se tomó el tiempo para permanecer todavía un poco más en el mundo imaginario y con los párpados todavía cobijando su visión, fue capaz de imaginar que era la madrugada previa antes de partir a un viaje hacia el otro lado del océano, que tendría la mañana libre para quedarse en casa atrapando historias con sus letras, o que simplemente el tiempo no lo perseguiría como un tirano y eso le daría la libertad para subirse al auto y viajar por carretera a cualquier punto cercano.
Todavía antes de salir de casa y tras el velo denso y transparente que caracteriza al vapor de una taza de café, Minotauro miró por la ventana y en medio de esa cortina etérea y cálida imaginó que tras la niebla de la montaña encontraría el mar...
Visiones... tan sólo era eso... Sueños convertidos en suspiros que esa mañana viajaron a la velocidad del pensamiento, para perderse exactamente en el punto donde es difícil delimitar la frontera de la imaginación, de lo que es el mundo real...
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