La almohada en la que aún no sueñas...

Hace apenas unos cuantos días atrás fui a comprar una almohada que tanto necesitaba... Como me pasa contigo, llevaba mucho tiempo buscando una que fuera ideal... El día que la encontré ni siquiera estabas en mi mente, pues todo sucedió en una tarde con prisa, en una tienda departamental abarrotada de gente y en la que para variar se cayó el sistema y hubo algunos inconvenientes con el pago de mi tarjeta.

Aún con el cansancio acumulado del día, llegué a casa contenta, porque finalmente había logrado resolver uno de los principales aspectos que impidieron durante muchas noches mi descanso placentero. Al abrir el paquete, me percaté de que eran dos y no una sola almohada y fue entonces cuando mi corazón y mi mente volaron hasta un tiempo indefinido que no sé si existirá, o mejor aún... Tendrá la posibilidad de ser contruído en conjunto.

Es increíble como un simple objeto de tela rectangular puede convertirse en algo tan especial que propicie que el alma y el corazón suspiren... Desde ese instante, más allá de una necesidad esencial cubierta, el par de almohadas se revistieron de un significado todavía más importante, y no quise estrenarlas hasta encontrar también un par de fundas perfectas.

De madrugada, cobijada por un tenue haz de luz desde mi lámpara en la mesita de noche, con el lugar vacío y esa almohada sobrante dispuesta, me puse a pensar en si en algún instante que aún no existe, tu cabeza descargará ahí el cansancio de un día pesado de trabajo, y cuando cierres los ojos dará pauta a que se desborden tus sueños y algunas veces también tus miedos...

En esa almohada en la que aún no sueñas habrá tal vez una cascada formada por cada uno de tus cabellos húmedos... Una humedad que en los días muy fríos parecerá perpetuarse y por ende provocar que aún cuando no estés en casa y el sol regrese, toda la esencia de lo que tú eres permanezca allí.

El recuadro forrado aún guarda su forma original, pero quien sabe cuanto tiempo pase hasta que en las madrugadas en que nos quedemos conversando hasta tarde, con tu cabeza reclinada encima, entre sueños y planes lo amoldes con tu brazo por encima o cada vez que cambies de posición buscando estar más cómoda... Todo en un intento por ahuyentar el insomnio y alguna que otra preocupación o dolor de cabeza.

En días mejores, quiero pensar que desde ahora, desde ese punto se proyectarán tus sueños... Quizá será la plataforma de despegue para que tu alma viaje hacia el país de los sueños y será un gran regalo para mi estar acompañándote ahí...

Hasta entonces, prometo guardarte el espacio intacto y conservar la esperanza para llegar hasta todos esos días que aún no hemos vivido, para que esa almohada en la que aún no sueñas sea en un futuro que aún no existe, elemento primordial que al final del día, será tu boleto de acceso para llegar a un verdadero refugio... Un sitio especial que en el presente aún estás buscando y al que desde ahora (y así sin haber estado nunca todavía) sabes ya, siempre querrás regresar.

Mientras eso sucede y hasta que llegue el punto en que nos encontremos, que en cada una de las madrugadas que faltan,  tengas dulces sueños...

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